Un partido para guardar en el cajón de la Historia

El Real Madrid quema todos los pronósticos y deja a los galácticos del PSG en la cuneta de la Champions. El partido de hoy evidencia que el Real Madrid en la Champions posee un aura, una mística y una fe que sobresale de la lógica del fútbol, que le hace ganar partidos imposibles, como el de hoy. 

El PSG es, libra por libra, jugador por jugador, el plantel más excelso del orbe. Mbappé, Messi y Neymar son las tres botas de oro que lideran el ataque parisino, pero, además hay fondo y armario (Di Maria, Draxler, etc.). Y una vez más, pese al elenco de figuras, pese a ser el equipo más caro de la historia, el billeteado club parisino se ha quedado fuera del escaparate de la mejor competición de fútbol. Pasan los año y el PSG se queda con las ganas. Algo que ya le ocurrió al Madrid galáctico de la primera etapa de Florentino. 

Después de tres horas de partido, después de lo visto en el césped, la conclusión más clara, más nítida, es que el fútbol es a veces terriblemente injusto. Podríamos decir que hasta criminal. De las tres horas de juego, el PSG dominó dos horas y media con una tiranía aplastante. No fue suficiente. Le faltó lo más importante; los amores, los goles, sentenciar. 

El partido de ida, para poner en primera plana el contexto de esta eliminatoria de octavos de Champions, pudo ser una tumultuosa goleada parisina sin miramientos. Pero el primer capítulo se cerró con un pírrico 1-0, con un gol postrero de Mbappé, cuando el árbitro agarraba el silbato para pitar el final. Si la lógica hubiera hecho acto de presencia, el marcador final podría haberse cerrado en un rotundo y coherente 3-0, en una paliza histórica. El Madrid, vivido lo sufrido, dio por bueno el resultado, el 1-0, porque el PSG les pasó por encima, literalmente. Y la orquesta del festival del juego y el dominio siguió sonando durante la primera parte del partido de vuelta, de hoy, en el Bernabéu. Una primera mitad que pudo concluir, perfectamente, con un 0-3 a favor de los franceses, con un triplete de Mbappé. Aunque el diamante del fútbol francés, el 7, no pudo hacer de las suyas y sentenciar. Dejaron al Madrid con un hilo de vida. 

Mbappé, la nueva encarnación del mejor Ronaldo Nazario, solo metió dos goles, uno en la ida, en el descuento, y otro en este partido de vuelta, de locura, en la primera parte. Pudo meter dos o tres más, pero se clavó en el fuera de juego. Exiguo premio. Hoy, hasta el minuto sesenta, la historia pintada pésimamente para los blancos. El resultado era 0-1 (0-2) y el PSG, por medio de Mbappé, sacaba de la nada, de un pase en largo, los zarpazos para hacer daño a un Madrid que le plantó cara desde el principio, un partido de tú a tú sin miedo a la muerte, presionando arriba, dejando espacios para las galopadas imparables de Mbappé. Pero entre los tres palos estaba Courtois salvaguardando la resistencia blanca. Gran parte del mérito de la resistencia blanca es del belga, de uno de los mejores arqueros del mundo, que ha tenido trabajo extra en estos octavos. 

Y, de repente, en quince minutos, el castillo del PSG implosionó, para sorpresa del mundo. Benzema, con el depósito vacío, escudado por Modric, que sacaba las fuerzas de donde no existe, y con la garra y el aliento del equipo y del Bernabéu, le dieron la vuelta al marcador. El partido se cerró con un punto final memorable, con un histórico 3-1 (3-2), con un Madrid que remontó en una nueva noche grande madridista, con un triplete de Benzema, que supera en goles con la elástica blanca al mítico Di Stéfano, con un primer gol en donde se mezcla la falta de Benzema a Donnaruma, y la idiocia absurda de Donnaruma, que se duerme, que la lía, con el enfado de los jeques. 

Se despertó un león herido que no veía el camino. Y el camino se recorrió gracias a un croata saturado de talento, con un Modric que sembraba cátedra, dando una clase magistral de fútbol, propiciando el segundo gol con un pase que solo estaba en su cabeza, con su trabajo y sus botas. Y después del segundo tanto, con el PSG grogui, y con un Benzema tocado por la varita de la magia del gol, solo necesitaron un minuto más para que Benzema, después de que el PSG se enredarse en el caos, enchufada el tercero. Y el Madrid y el Bernabéu, levitaron.  

Al Madrid le bastó media hora para destrozar al PSG. Los millones del petróleo vuelven a quedarse en territorio inerte. Aunque el Madrid no es un pobrecito, que se diga. Hoy se ha vuelto a demostrar que la historia pesa, y que el peso de la historia en la Champions tiene un lugar, y ahí, el Madrid, sigue siendo el rey. Y en la noche para guardarla en el cajón de la Historia, Benzema se puso la corona, Modric agarró el cetro, Courtois el candado y Alaba la silla. 

BS

Comentarios

Entradas populares