El piso de mis abuelos
El piso de mis abuelos era un primero
en un pueblo de Extremadura
en un pueblo de Extremadura
con vistas al mar
Hasta allí en triciclo corría
con los ojos rebosantes de gritos de alegría
con los ojos rebosantes de gritos de alegría
Después nos llevaban de la mano al parque,
a mi hermano y a mí
mientras hablábamos en portugués, según decían,
y les desarmábamos la boca —y el colibrí—
de la risa
Nos llevaban de viaje al columpio
para que viéramos todos los arcoiris
del mundo
Y antes de que asomara la noche y el frío
volvíamos bajo el cobijo de sus abrigos
al primer piso
a cenar caliente
y una vez sin nada entre los dientes
a la bañera, a bucear con la espuma de los sueños
para llegar a la cama despierto
para llegar a la cama despierto
—en la que sólo saltaba para tocar el cielo—
Todavía hoy, más que recordarlo,
lo siento;
aquel primer pisino
ese olor eterno
a galleta, cariño
y felicidad
BS
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