Vistazos (IX)

           
Vistazos (IX)

El discurso

Los premios Goyas llevan lustros siendo un dulce envenenado, sobre todo para los presentadores. Cada fin de semana de Goya las rede arden, los tirones verbales sobre los presentadores, sobre la política de arriba y de abajo, sobrevuelan las butacas y las alfombras rojas. Destacan los fuegos fatuos más que las películas. Este año repetía de nuevo Buenafuente. Esta vez venía acompañado de su loca y disparatada mujer Silvia Abril. Un dueto que da mucha miga, salsa y picante, aunque a mí me resultó falto de chispa. Todo el humor que se vertió era previsible, forzado, básico. 
El intento de entretener los Goyas no es fácil, no es una plaza sencilla. Resulta complicado congeniar el humor con la tensión que respiran los nominados, que son los espectadores. Nada es propicio. 
A pesar de que estuve desconectado de las películas y de las nominaciones, puse los Goyas, como la mayoría de los espectadores que lo vieron, porque fue, por lo visto, valga la redundancia, lo más visto del sábado noche. Y mereció la pena. Hubo un discurso que heló, que sobresalió. Un discurso de los que te pone la vida en su sitio, de los que te pone la vida por delante. Una maravilla, una grandiosidad. Hablamos del discurso de Jesús Vidal
A mí me dejó sin palabras. Vidal es uno de los actores con discapacidad que protagoniza la película de Campeones. Las palabras de Vidal fueron de agradecimiento, por la oportunidad vivida, por llegar hasta donde ha llegado, por vivir como ha vivido, y el Goya fue simplemente una excusa para recordar a todos los suyos, a sus padres, a sus hermanos, a los que le han ayudado, reparando en el camino, de donde viene, hasta donde ha llegado, hasta donde le queda por llegar. Reparó también en todo el trabajo y el inmenso esfuerzo de sus compañeros. Uno de los mejores discursos, sino el mejor, que he visto en muchos años en los premios del cine español. Los premios Goyas se llenó de humanidad gracias a Vidal. Un discurso de verdad, puro, humilde, lleno de gratitud, de bondad, de cariño, con frases que te dejan los pelos de punta. Hay que ver, oír, y sentir ese momento. Una lección de vida sin filtros. Un discurso que te hace, simplemente, mejor persona. Pasen y véanlo.

Podemos no puede

Podemos no puede. Errejón tiró las llaves del coche de la marca morada a la alcantarilla y se largó en el descapotable fiable, ganador, de Carmena, donde brilla el sol. Se marcha a la apuesta segura. Habrá que discernir, en primer lugar, si ha sido una puñalada trapera a la formación, o, si por el contrario, Errejón, ha sido astuto.  
Errejón ha decidido cortar por lo sano/insano. El tiempo pondrá a cada uno en su lugar. Visto lo visto en Podemos, donde naufragó, donde dejó de tener importancia, la decisión tomada viene a dejar muchas dudas, sobre todo en Podemos, y con carácter general, en la izquierda. Pero la historia no es tan simple.
En los últimos tiempos Podemos se ha ido reduciendo, arrinconando y comprimiendo al círculo íntimo de Pablo Iglesias. Esto es innegable, aunque las circuntancias y las asambleas lo amparen. Sea o no casualidad, sea o no legítimo, es lo que vemos, y también, la sensación que deja. Todo el organigrama, todo el círculo vital de la formación, está supeditado a Iglesias. Errejón, por su parte, pasó de ser portavoz y número dos (una de las caras más visibles del proyecto) a quedar relegado al gallinero, hablando en plata. Desde su derrota en Vistalegre II la caída ha sido libre. Ha pasado de convertirse en el candidato para liderar el proyecto, a perder Vistaelgre II, a quedar ninguneado en la intemperie absoluta. El bochorno fue mundial en la SER. Errejón quedó fuera de los debates, por la imposición del partido, de Iglesias, e intentaron colocar en su lugar, sin mediar palabra, con calzador, a Irene Montero. Un ridículo espantoso. 
El cambio de rol de Errejón tiene una lectura sucia, denigrante. Dejó de contar, dejó de ser el peso pesado que era, que sigue siendo, en política. Lo hicieron desaparecer. En sus declaraciones, Errejón lanza su bala, y no es una bala perdida, dejando clara su posición: “he venido a hacer política, no a estar en política”. 
Errejón siempre ha sido el más pragmático, el que más abierto ha estado en sus planteamientos, en sus actitudes, mientras que Pablo Iglesias ha intentado convertir muchos mítines en una ilusoria nueva internacional, en un alarde de reivindicaciones imposibles, como el caramelito de la renta básica universal. O cayendo en una incoherencia mundial con la compra de un chalet de 300.000 euros, en un barrio elitista de Madrid, después de pegarse años y años criticando a los políticos por hacer eso mismo. Un hecho que no es baladí, que va a ser su cruz. Ese chalet de 300.000 euros será el símbolo de su incoherencia política. 
Si las cosas no cambian, Iglesias será uno de los principales culpables en convertir Podemos en IU2. Entre las idas y venidas, Ramón Espinar, de Podemos Madrid, aliado de Pablo, después de ver el percal, también ha cogido las maletas y le ha dicho bye bye a Iglesias. De los cinco amigos que formaron Podemos hace cinco años, solo queda Pablo Iglesias. Y es que lo que parecía un partido asambleario, abierto, transversal, con el paso del tiempo, las primeras líneas se han convertido en la trinchera de los afines al líder. 
Fue un error flagrante que Errejón no siguiera como número dos, que las listas en Vistalegre II fueran listas cerradas, que dejaran de ver que juntos eran más. Pese a todo, Podemos es más que Pablo Iglesias. Podemos, con todas sus imperfecciones, viene a aportar y darle un nuevo sentido a la política, con más democracia, con más dignidad. 


La Copa queda viva para la vuelta

El clásico copero de semifinales, la ida en el Camp Nou entre Barça y Madrid terminó sin resolución. No existe una decisión clara sobre el ganador. El encuentro de vuelta será quien dictamine sentencia. Los dos conjuntos se han dejado las semifinales abiertas, para lo que se decante en el Bernabéu dentro de tres semanas. El 1-1 de la ida, en la teoría, le favorece al Madrid, ligeramente. Pero el Barça, si tiene a Messi al cien por cien, y el equipo culé arrima el hombro, las semifinales y la Copa, y todo lo que decida dejar a su paso el argentino, será suyo, si así lo quiere. 
El Madrid deja posos de mejoría en los últimos tiempos. Este es el primer partido de entidad, con un peso pesado, de Solari. Su equipo ha dado la cara. Los merengues comenzaron con energía el encuentro, pero apenas tuvieron respuesta para la segunda parte. El Barça fue de menos a más, y en términos generales, tuvo más dominio, más posesión, más control y más ocasiones, aunque, todo hay que decirlo, el Madrid transmitía más y mejores sensaciones. Los de Chamartín son un equipo que pisan área rival con tres pases, con tres segundos, y que la clavan, velozmente, en la red. Necesitan muy poco para hacer un destrozo. Las tablas, el empate, no desmerece a ninguno.
El Madrid ha vuelto a enganchar varios partidos con soltura. Y con eso, ya se ha desatado la euforia. Todos los bufanderos creen que van a ganar la Champions y la Copa. No es descartable, aunque sí descabellado. Hace años que el equipo blanco es irregular, un quiero y no puedo, un quiero cuando quiero. Lleva varios años tirando la Liga a las primeras de cambio y enganchando la Champions con una lógica indescifrable. Pero cada año, el Madrid tiene menos partidos dominados, menos goles, menos juego. La irregularidad se paga, sobre todo en La Liga, porque un equipo no puede pasar de 0 a 100 automáticamente, porque en La Liga no puedes quedarte un mes echándote la siesta, sin competir. 
A pesar de los nuevos nombres que están saliendo a la palestra a encandilar al Bernabéu, tales como Vinicius (que no cesa, que insiste e insiste, que encara, aunque se le embrolla el disparo final), Llorente u Odriozola, la ausencia de Cristiano sigue sin llenarse. No hay repuesto posible. Y Benzema como nueve sigue siendo resbaladizo. Ni Bale (que juega el 40% de los partidos), ni Asensio (que ya no sabemos si volverá), ni Isco (que está descatalogado) pueden maquillar la falta del 7 portugués. En este tren de los desatres podemos colocar a Marcelo, que cuando juega, últimamente, está perdido. Le pesan las botas, deja la banda izquierda hecha un coladero. 
Hay un tipo que está haciendo todo lo posible por que el tren blanco, que pierde el norte con una facilidad insospechada, no descarrile. Y es que un vestuario como el del Madrid no es fácil de manejar. Hay grietas constantes. Son veintitrés jugadores y solo juegan once. El tipo que se salva por encima de toda duda, de todo resultado, el tipo que está sobresaliendo por encima de lo esperado y lo imaginalbe, por la actitud, por la cara, por la valentía, por el equilibrio que le está aportando al equipo, no es otro que Santigo Solari.
El Barcelona, mientras tanto, sigue a lo suyo. Aplastó al Sevilla en el Camp Nou, por 6-1, con una facilidad de videojuego, para callar las bocas de todos los que le gritaban que estaba muerto. La Liga la tiene a tiro. Esta historia en Barcelona, durante la última década, es una constante. Solo cuatro o cinco partidos descalabrados le podrían dejar sin el título ligero. Lo más importante para los culés es que con Messi todo es posible. Además cuenta con escuderos que saben desmontar a los rivales, como Alba, Suárez, Rakitic, Busqué. Y si Messi tiene un día bueno, o regular, La Liga, La Champions y la Copa, son posibles. El talento puesto al servicio del equipo no tiene rival.

B S
 

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