Más allá de la lucha
Más allá de la lucha
Million Dolar Baby es una de esas películas que no debes dejar pasar, un referente del cine, uno de los trabajos más sobresaliente del gran Clint Eastwood
No
siempre ocurre. A veces, simplemente, un vistazo relámpago, escasos segundos de una magnífica y adecuada banda sonora introductoria son suficientes argumentos para
entrever la calidad de una película. Lo aclara todo. En ellos se encuentran la
habilidad y destreza.
Clint Eastwood es un tipo que arriesga, apuesta
por películas valientes, guiones elaborados, aunque no siempre resulten al
final en la pantalla. Million Dólar Baby (2004) es imposible que entrara en los dominios del fracaso. Si echamos una ojeada al reparto
de actores, esa posibilidad no existía. Ni se baraja. Nos encontramos con el
omnipresente Morgan Freeman, secundario de lujo, uniéndose a la grandeza y
maestría de Hilary Swank, todo un portento, como ya demostró en sus inicios con Boys don’t cry (1999). A ellos, se suma un actor que no necesita presentación, Clint Eastwood, que tiene la mirada
de tipo duro patentada. Saca de nuevo uno de sus personajes prototipos; duro y seco,
arrogante, directo y honesto, corazón de añico y fuego. Anillo al dedo. El
papel lo realiza, lo viste y lo lleva como nadie. Hecho a medida. Además, por
si fuera poco, Eastwood tiene la destreza y suficiencia para manejar la
dirección y las labores de producción. Sabe lo que quiere y puede.
Sinopsis:
Sinopsis:
Hilary Swank interpreta a Maggie Fitzgerald, una apasionada del
boxeo que decide enfundarse los guantes, a sus 31 años, para darle cuerda a su
pasión y seguir la estela de su sueño. Nunca es tarde. Una luchadora en todas
las reglas. Acaba encontrando refugio y cobijo, un lugar de entrenamiento, en
un gimnasio un tanto abandonado, regentado por Frankie Dunn (Clint Eastwood) y mantenido por Red, apodado Scrap (Morgan
Freeman). Frankie es un anciano,
carismático y huraño entrenador de boxeo, con poco encanto en las primeras
distancias cortas, pero con mil golpes por enseñar y otros mil consejos para dar
y regalar y ganar un combate, con un océano de boxeo dentro de su cráneo. Red, un hombre sosegado y entero, bondad
y humildad, subcampeón largos años atrás en el campeonato mundial. Ahora ni tan
siquiera recubre el papel de vieja gloria, lleva una existencia sin
aspavientos, modesta, austera. Trabaja paciente en el mantenimiento y cuidado
del gimnasio. Se convertirá en el punto de unión entre su torrente viejo
amigo Frankie y la incansable y
perseverante Maggie. Y no me quiero
olvidar de Danger / Peligro, un
personaje entrañable, interpretado con agilidad y entereza por Jay Baruchel.
Los tres comparten un profundo
vínculo. No se trata solo de boxeo. Los tres suben descalzos sus propios caminos
pedregosos. Tres personas que soportan a su manera el desgaste, el fango. El
boxeo, en la película es la evasión, la magia, la salida. Lo entienden como un arte donde nada es casual, con su particular técnica, con la necesaria destreza
y cabeza, puestas en la escena. No es pelea simplemente, es respeto, dosis de sacrificio,
arrojo sin medida. La consecuencia de una condición, una forma de ser.
El boxeo es la excusa. La orfandad y
la soledad van mano a mano con la derrota y la frustración. Los golpes imparables de la vida se
convierten también en protagonistas. La película, un magistral melodrama, nos
ofrece una interesante reflexión sobre las escasas oportunidades que ofrece la
vida para abordarla y sobre las derechas intratables que esta a veces nos
devuelve para dejarnos, irremediablemente fundidos, K.O.
B
S
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