Rubiales, un error imperdonable y millones de jueces disparando
Es bastante llamativo el silencio atronador del mundo del fútbol con Rubiales. Los jugadores, entrenadores, presidentes y un largo etcétera no han abierto la boca. Probablemente porque el que calla otorga, y porque el mundo del fútbol es especialmente testoterónico y machista. Hay una lista interminable que avala esta hipótesis, desde Jesús Gil, pasando por Rubén Castro y acabando con Dani Alves, por poner en la palestra varios nombres.
El asunto ya no es que pida perdón por haber actuado mal con el desafortunado pico que le plantó a Jennifer Hermoso y el gesto impresentable en el palco. El asunto es que el caso ha tomado un cariz hiperbólico. Es llamativo el acoso, derribo y linchamiento mediático y planetario del caso. Esto no quiere decir que Rubiales no se haya equivocado, porque se ha equivocado terriblemente. El asunto es que todos están, y estamos, haciendo de juez. Un juez que condena públicamente sin preliminares y sin dirimir si el hecho que ha cometido es tan grave como para que acabe con su vida laboral y social.
Creo que cuando te encuentras entre la espada y la pared y con todo un país en contra, con todas las facturas habidas y por haber delante, lo mejor es dar un paso al lado. Porque seguir en el cargo es vivir en una marea de reproches, pitos, insultos... Hay un ambiente excesivamente vengativo que a corto y medio plazo no se va a desinflar. Es impresionante el reproche social y es inabarcable el sinfín de artículos y horas en prensa y televisión que se le está otorgando al asunto. Los medios llevan pidiendo su dimisión, bombardeando informativamente, desde la tarde del día en que se ganó el Mundial. Pero tengo la sensación de que hay una desproporción en esta causa-efecto, de que hay un linchamiento orquestado, que tiene su punto de inflexión con el último comunicado de Hermoso, a través de su agencia de representante, en donde pide "medidas ejemplares", y que es prácticamente el jaque mate definitivo.
Hoy, comentado el asunto con unos amigos, me he acordado del último libro del Pedro J., Palabra de director, en donde detalla cómo en un chalet a las afueras de Madrid se iba el rey campechano con supuestas amantes por un caro precio. Sin embargo, Pedro J., que era director de El Mundo por entonces, nunca llevó el escándalo al periódico. Y tengo la sensación de que con Rubiales ocurre todo lo contrario; tiene a todo el mundo en contra, en armas, rebuscando y rebobinando en las imágenes, en su basura, para encontrar una nueva noticia para publicar, con la que apedrearle y criticarle.
Por algún motivo, a Rubiales, le estaban esperando.
BS
Comentarios
Publicar un comentario