Los cambios de los silencios rotos
Hace dos años Movistar estrenó en su Informe+ el documental 'Romper el silencio: la lucha de las futbolistas de la selección'. La plataforma lo ha vuelto a emitir hace unos días. En él se hace un exhaustivo repaso a la selección femenina abandonada con Quereda, que tuvo el timón de la selección desde 1988 hasta que entró Vilda en el 2015.
Quereda estuvo casi tres décadas en el cargo, con un abanico de resultados que chapoteaba, una y otra vez, en la penosidad. De hecho, con él, la selección femenina estuvo dieciséis años sin pisar el césped de un campeonato internacional, y el combinado de la extraordinaria Vero Boquete, una de las mejores jugadoras del mundo en su momento, solo llegó a jugar el Mundial del 2015 sin pasar siquiera la frase de grupos. Ya por entonces las jugadoras señalaban la mala gestión de Quereda, de la Federación y el trato machista y desigual hacia el fútbol femenino.
En el documental, la mayoría de las jugadoras que participan comentan el trato vejatorio que sufrieron por parte del añejo seleccionador, al que describen como un hombre tosco, mediocre, maleducado, homófobo e incompetente. Quereda es retratado como un auténtico déspota. Además, era una selección completamente marginada por la Federación de Villar, por los patrocinadores y por los medios. Jugar en la selección implicaba contratiempos, barro y tugurios. Mientras la selección masculina era manteada por los aficionados y los privilegios, la selección femenina apenas se mantenía en pie.
La sensación que deja el reportaje es de injusticia extrema, de frialdad extrema. Un paseo descalzo por el polo norte. Con Quereda y compañía sobresale hasta lo inimaginable la mezquindad más absoluta y un estado de apatía generalizada. Cuesta imaginar que un deporte, que no deja de ser un juego con que competir y disfrutar en equipo pueda convertirse en semejante infierno.
Esta situación vergonzante sobre nuestro pasado reciente actualmente sería impensable. Las carencias y desigualdades del fútbol femenino era, ha sido, y es una realidad palpable, llegando hasta Rubiales y Vilda. Los tiempos están cambiados y el femenismo, para el que no lo vea, es la ideología que más va a revolucionar el mundo en este siglo. Y este incendio social va más allá del fútbol. Rubiales se ha convertido en el paradigma del macho rancio a erradicar, y sus actitudes, más que el pico desafortunado, por los motivos que fuere, han provocado un tsunami social histórico e inimaginable, un punto de inflexión total, que ha terminado por afectar a la primera línea política del país y a aunado al mundo. Rubiales es la primera ficha de dominó de la fila que caerá. Pero van a seguir cayendo machistas; por el femenismo, por la memoria del pasado machista, por las históricas fracturas, por las nuevas sensibilidades sociales del siglo XXI que claman igualdad real, sin trampas ni escaparates. Porque ahora, cada vez que un machista asome la cabeza, en el deporte, en la política, en la calle, será reconocido, señalado, criticado y anulado por la sociedad.
BS
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