Saquemos al espantapájaros a pasear



Hace un par de años, en una de sus últimas intervenciones públicas con repercusión, alejada de la primera línea del escaparate, Dolores De Cospedal, una ex primera espada del Partido Popular, martillo pilón, y una voz autorizada y viperina en los tiras y aflojas políticos en la etapa de Rajoy, soltó, con razón, lo siguiente: la política es una trituradora de seres humanos

Y es que la política en España no entiende de empatía, de condescendencia; los políticos son púgiles hambrientos lanzando izquierdas y derechas al contrincante, sin tregua. Al enemigo, nunca, ni agua, aunque tenga la razón. Y esta turbia filosofía que apela continuamente al enfrentamiento se palpa en la política y desemboca en la sociedad, que acaba contaminada, contagiándose de la verborrea peleona, porque, para colmo, hay siempre en los medios un intento perverso por hacer del político de turno, o de la persona de turno, un espantapájaros, sacando de contexto lo que dice, e incluso, lo que no ha dicho, y colocarlo en las portadas.  

El último tema impuesto por decreto en la actualidad en los noticiarios mira a la carne, a las macrogranjas, a un tipo de ganadería que desgaja a los pequeños ganaderos y que convierte a los pueblos en lugares devastados, pestilentes, marginados. Lo sabemos. Además, aumenta la desigualdad, porque ese modelo de gestión solo favorece a grandes empresarios y provoca, a la larga, oligopolios y que la España vaciada quede, con otra vuelta de tuerca, a la deriva. 

Las organizaciones de consumidores, la Unión Europea y un largo etcétera llevan años criticando el exceso de consumo de carne, por una cuestión ecológica, por salud, y también, por la contaminación que genera, por los problemas de gestión y de recursos que conlleva. Pero nadie ha puesto el foco en el tema, sino en el espantapájaros (en este caso, en Garzón).

Cientos de políticos han asomado el oportuno morro por la ventana para airear que Garzón debe dimitir, sin mirar el fondo de la cuestión, el contenido.  Y así, España entera se centra solo en el continente, porque es lo que los periódicos nos están dando para pastar. Y claro, con Garzón el debate no es alimenticio, es incendiario; porque es un comunista que ha criticado la calidad de la carne de España. De este modo, se abre paso un discurso que apela torticeramente a la defensa y dignidad de un país, y a defenderlo, maquiavélicamente, con uñas y dientes, y mil y un botarates copian y maquillan mínimamente el titular o tuit masivo que critica a Garzón, y que tantos likes y apoyo recibe, para no salirse de la foto y no quedarse fuera del rebaño elegido. Y así, con el verbo cargado de balas blancas convierten a Garzón en la oveja negra. 

El sinsentido es extremadamente evidente por una simple razón; el propio PP está borrando tuits y comentarios donde criticaba el modelo de las macrogranjas que iban a establecerse en enclaves socialistas. Lo que habla a las claras del juego sucio y paupérrimo de nuestros políticos y de los medios, que sacan las mentiras y el titular sensacionalista por la cara de la vergüenza torera. Y también demuestran que nos tratan como a idiotas.

Muchas veces ocurre que, citando la frase de la exitosa película Amelie, cuando un dedo apunta al cielo, el tonto mira al dedo. En este caso queda patente y demostrado que son muchos los que andan mirando el dedo y otros muchos los que comen pan con pan (que ya lo dice el refrán).

BS

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