La política del apaleamiento

Vox degrada la democracia, en las formas y en el fondo. La política de Vox es el apaleamiento, sin matices, sin control. Abascal y los suyos no hablan, insultan, y en los mítines aparecen como taberneros franquista tambaleantes, sin tacto, con un orgullo patriótico cargado de ceguera y vísceras. Pues bien, tan jodido está el panorama, y tan llena de basura está la política, que España le ha dado 52 diputados para que durante los próxmos meses y los próximos años puedan montar el circo de las palabras rancias, los golpes bajos y la vergüenza ajena.
Mucha culpa de los buenos resultados de la ultraderecha la tienen las televisiones. En programas de máxima audiencia como El Hormiguero, Abascal, con la complicidad de Pablo Motos, se maquilló como un defensor de las causas justas, un luchador de la patria. Un tipo tranquilo y sensato. El suegro más deseado. El padre ejemplar. El amigo que te defiende a caballo y a espada de las injusticias. Motos, en ningún momento le apretó las tuercas. Ninguna mención sobre las falsificaciones de los datos de las violaciones en España, en las que Vox se escuda, suciamente, para culpar directamente a los inmigrantes, vanalizando las actuaciones de los violadores españoles, de las manadas incluso. Datos rotundamente falsos que esconde una oscura línea argumental: falsificando los datos de las violaciones hasta la imbecilidad, repitiendo la misma cantinela una y otra vez, ya deja de importar si lo que se dice es verdad o no, los datos, porque el humo lo emborrona todo. Se pierde la claridad. Lo que prima, al final, por encima de las verdades, es criticar a los inmigrantes, criminalizarlos. 
La inmigración es un problema que no tiene solución, por desgracia, ni a corto ni a medio plazo. La inmigración no se arregla con buenismos, ni con subvenciones. Porque la inmigración es un problema mundial, que tiene como principal causa la desigualdad, la pobreza. Aunque cuando vives en la miseria absoluta te importa poco perder lo que poco que tienes, que es nada. Y en esta encrucijada, lo que no podemos es perder la humanidad. Los emigrantes, las pateras, no van a desaparecer mientras existan países pobres y países ricos. Y los políticos no pueden permitirse dibujar instantáneas deshumanizadas, interesadamente, colocando en bucle violencia y delincuencia en el inmigrante, por decreto, echándole la culpa a un colectivo vulnerable, al que estigmatizan, y al que colocan como responsable primero de todos los problemas que sufren nuestras ciudades y nuestros barrios. 
La xenofobia es uno de los principales acicates de Vox. Sin embargo, ahí no se acaban las películas que se han montado en sus cabezas. Aparte de su teoría económica basada en un capitalismo salvaje, sin control del Estado, neocapitalista, que va en contra de los principios de la UE, los de Vox tampoco respetan las distintas posiciones políticas. En cuanto a su política interior, quieren recentralizar el estado hasta límites absolutistas, declarándole la guerra a Cataluña si fuera necesario. Ellos, que tanto brillo le sacan a la Constitución, demuestran desconocerla, y se creen, que ladrando, España dejará de ser lo que es y ha sido siempre, un país plural y abierto. 
Vox llama "violencia familiar" a la violencia de género, considera a Franco un general, y no un dictador. Los de Vox abusan de la bandera y de la palabra patria y les hacen creer a los pobres que su problema son los otros pobres y que la izquierda es la enfermedad que pudre el sistema. Vox hace política sucia, indigna. Hablar les sale gratis.
La mayoría de los votantes de Vox fueron los que votaron a Ciudadanos en abril. De eso no hay dudas. Hay miles de votantes que no se ven representados, que quieren una alternativa que dé soluciones, una salvación ante la situación de bloqueo. El voto masivo de Vox es un voto condicionado por lo mal que lo han hecho los demás. España no es fascista ahora por Vox, Vox es el efecto de tanta dejadez e idiocia política.
Lo peor de todo es que Vox existe por el odio (también por el caos y el desconcierto de la política española), porque su principal alimento discursivo es el odio, y también, porque hay miles de personas a la espera de la salida de tono, de la gran burrada, para comprarlo, promoverlo y retroalimentarlo.
BS

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