El Extremadura coge aire

Nunca había hablado, ni posteado, nada del Extremadura, del equipo de fútbol de Almendralejo, que lleva ya dos años en la división de plata. Ya tocaba. Es el único equipo de fútbol representante de Extremadura en la liga profesional.

El equipo azulgrana aspira, en este segundo año, a la permanencia. Por presupuesto y por plantilla. Será de nuevo un reto difícil, pero la directiva ha acertado con el entrenador, con Manuel Mosquera. Un técnico que cogió al equipo el año pasado, en sus horas más bajas, y lo levantó, lo resucitó por encima de lo imaginable. Además, Manuel fue ex futbolista del club, delantero, no hace tanto, fue el goleador, uno de los mejores goleadores que han pisado el Francisco de la Hera. Fue el alma y el corazón del Extremadura. Y lo sigue siendo, ahora desde el banquillo.

Manuel, el mítico y eterno 7, formó parte de sus años de gloria y puso su gran pequeño grano de arena para que se hiciera historia, para que el Extremadura escribiera sus páginas más doradas. Y es que, para los que no sepan donde ubicar al equipo de Almendralejo, el Extremadura logró la gesta de estar dos años en Primera División (temporadas 96/97, 98/99), y en la primera ocasión, las botas de Manuel fueron determinantes. 

Desde entonces ha llovido mucho y los años, y sobre todo, los últimos presidentes de la entidad, chupópteros insaciables, con una gestión nefasta, lograron arruinar al club, lo que provocó la desaparición del equipo. Entre desastres y más desastres, en las horas más bajas del C. F. Extremadura, paralelamente, se formó el proyecto del Extremadura U.D. para mantener un equipo sólido y solvente en la ciudad, que reanimara el fútbol y su huérfana masa social. Un equipo que diera la cara, jugara donde jugara, que no fuera una sucia broma. 

La llegada a Segunda, del EUD, por supuesto, fue una odisea, una colosal proeza. Nadie que haya jugado en Segunda B podrá afirmar que la playoffs de ascenso para subir a Segunda es fácil. Pero el Extremadura, con los acostumbrados avatares del fútbol que lo hacen tan incomprensible, tan enigmático como mágico, consiguió subir a Segunda siendo cuarto del Grupo IV, sudando hasta el último partido de la temporada, para después pasar las rondas interminables, por garra y valentía, y dejando fuera, en el último escalón, en la Final, al Cartagena, al campeón del grupo IV. De esto parece que ha pasado una vida, pero tan sólo tendríamos que retroceder en el tiempo dos años.

Así es como es como el EUD acaba en Segunda. El año pasado pasó el 90% del  tiempo del campeonato en los puestos de descenso. Nadie habría apostado a que el Extremadura se salvaría, nadie en su sano juicio diría que tendría alguna posibilidad de permanencia. Pero se salvó, y el nombre propio de la salvación fue Manuel Mosquera. El gallego, también extremeño, no solo consiguió liderar y levantar al equipo, les contagió a los jugadores su carácter, su pasión, su mentalidad. Y lo más importante, el equipo azulgrana escaló, victoria tras victoria, a la décimo tercera posición, con un spring final de puntos y victorias inigualables.

Este año, volviendo de nuevo al frío presente, a La Liga SmarBank, el Extremadura vive en la criba de los puestos del farolillo rojo. Resultados irregulares, juego plano, con mucha difusión en el juego, y lo peor, con una defensa blanda. Es el tercer equipo con más goles encajados. Para colmo, llevaba cuatro partidos firmando derrota tras derrota, aunque los tres partidos anteriores a la cadena desastrosa, sumaron tres victorias consecutivas. Un equipo de rachas, un equipo de Segunda. La Segunda no cambia; la igualdad es extraordinaria.

El Extremadura ha jugado este sábado en casa, en el Francisco de la Hera, con el Depor. El peor equipo local y el peor visitante se veían las caras en lo que fue un duelo, previsiblemente, de contendientes al descenso. 

Mosquera, motivado por los últimos encuentros (cuatro derrotas consecutivas) y por la facilidad de su plantel para que les cuelen los goles, apostó por el defensivo 5-4-1, un esquema con tres defensas centrales (defensa de cinco), que visto lo visto, le ha dado resultado. Pero está por ver que ante equipos con más talento e identidad se condenaría a aspirar al cerocerismo. El fútbol desde el sofá es filosofía barata. 

El partido comenzó con el Extremadura más encendido, más enérgico. En poco más de cuatro minutos, los azulgranas enchufaron el primer tanto; llegada por la banda izquierda, propiciado por la blandería defensiva habitual del Depor, en un tres contra dos, que acabó en un manso centro de Pinchi y que remató a placer, sin marca ni incomodidades, Álex Díaz.

Después pasaron los minutos sin pena ni gloria. El Depor arrastraba un fútbol sin ideas. Tardó veinte minutos en tirar a puerta. El Extremadura, a pesar de dominar y replegar con fundamento, no conseguía darle continuidad al juego y por lo tanto, desaprovechada su superioridad en el césped. 

Pero en el minuto 32 el segundo tanto, el gol de Zarfino, le da al Extremadura el colchón que se estaba ganando merecidamente en el campo. La jugada no entraña magia. De nuevo el Depor pierde el orden del medio campo y de su defensa, tras no darle finalización a una jugada ofensiva, y de nuevo, queda a las expectativas del contraataque espectacular del Extremadura, de vértigo, de manual, que acabó con un pase de la muerte, con un balón que se paseó por el área blanquiazul, con un balón al que Zarfino solo tuvo que darle el toque, un balón que era un bendito regalo.

Con el 2-0 nos fuimos al descanso. La segunda parte apenas dejó ocasiones. El partido se durmió bastante por momentos, gracias al Extremadura, que bajó las revoluciones, pero que siempre mantuvo el control del juego. El Depor parecía no querer, si quiera, intentarlo.

Hay partidos que sirven de punto de inflexión. El Extremadura, después de perder cuatro partidos consecutivamente, un hecho que marca y frustra, necesitaba un partido que se le pusiera cuesta abajo desde el principio. Ha encontrado por fin la senda de la victoria, ha ganado porque ha sido mejor. Esperemos que se convierta en un asiduo de la victoria. Por su parte, el Deportivo de La Coruña sigue sin encontrar, más que el fútbol, las ganas de jugar. La desidia y la apatía flotaba en el equipo blanquiazul. Tendrán que cambiar mucho y rápido si no quieren caer en el pozo del descenso. La línea que separa la Segunda y la Segunda B, marca en muchas ocasiones la desaparición. Con el Depor hablamos de un campeón de Liga. Los de A Coruña cierran la clasificación con 10 puntos. Aún están a tiempo.

Victoria cómoda y merecida de los de Manuel Mosquera. Se quedan con 16 puntos en 16 partidos, un balance que le dejará, una jornada más, y me temo que probablemente el resto de la temporada, en el filo de la navaja. El descenso sigue quemando.

BS

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