El Hombre Globo y La Mujer Helio
El Hombre Globo y La Mujer Helio
Tocaba hacer remolinos con las sábanas, nudos con las piernas y los brazos, desaparecer, tramo a tramo. Confundirse en la saliva de ella, saciar una sed sin términos, quemante. Sin definiciones, sin normas, sin escrituras. Llenarse el pecho, convertirse en El Hombre Globo, La Mujer Helio. Ver las cosas más claras al cerrar los ojos. Agua cristalina. Susurros sin leyes, repletos de pecados, de tatuajes que nos vamos añadiendo con la boca en la piel. Destrózame a tu manera, risa de personaje de novela negra. Perderse en el juego de la imaginación, de las dulces teatralizaciones, apostar a perder, hacer all in. Que el caos, por favor, lo corrobore. Que dé el visto bueno, una buena puntuación, o una mala. Replay. Provocar una inundación que desboca las barreras, que lo lleva todo a las astillas, a la nada, de manera natural. Otra risa de cachetes levemente osados. No sabía que tuviera tantas armas. Replay. Pause. Replay. Más destrucción, los muelles del colchón que lloran un poco ―como nunca―, descuadran. Patear al moñas de San Valentín y a su puta madre. A tomar por culo. El amor, bah, dáselo a los poetas. Reímos, sombra a sombra, incluso nos cogemos las manos. Y tú, loser, lárgate a dibujar corazoncitos a tu casa.
BS
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