No soy yo, es el sistema

 Íñigo Errejón abandona la política por la puerta de atrás después de ser acusado de acoso sexual. El terremoto de este despido forzado —más que abandono—, ha cogido por sorpresa a la izquierda y a la política en general. La periodista Cristina Fallarás desveló mensajes anónimos en sus historias de Instagram de una víctima que apuntaban a un caso de violencia sexual sobre un político de renombre de la izquierda de Madrid. El verdugo: Íñigo Errejón. En los mensajes la víctima desvelaba un trato vejatorio y monstruoso. Los mensajes anónimos parece que fueron escritos por la actriz y periodista Elisa Mouliaá, porque horas más tardes lo ha hecho público en X. Hay más víctimas y, probablemente, en unos días u horas, saldrán (pública o privadamente). La propia Cristina Fallarás ha admitido que tiene más mensajes de más mujeres. Ana Pardo, periodista del Diario Público, ha explicitado en sus artículos y en su intervención en 59 segundos del día de hoy que estos hechos se conocían desde hace mucho tiempo y que tienen, por ahora, doce casos bastante fiables. El niño con cara de bueno de la política resulta que es un monstruo en la intimidad. La psociopatía en estado puro.

El martes el cofundador de Podemos reconoció los hechos frente a los altos cargos de las plataformas políticas de Más Madrid y Sumar. Los dirigente, después de, probablemente dirimir la veracidad y gravedad del asunto, le han instado a que abandonara las siglas y la primera línea de la política. Así ha desaparecido Errejón de todos los cargos y de todos los partidos políticos. Así se ha convertido Errejón en un cadáver político y en uno de los mayores hipócritas de la historia política de nuestra democracia. Yolanda Díaz, visiblemente afectada, en su primera comparecencia tras destaparse el caso —ya que ha visto como un nombre de su máxima confianza no le sale rana, le sale monstruo—, ha reiterado la decisión de su partido, ha reivindicado el apoyo a todas las víctimas. Las van a escuchar, cuidar y defender.

Después de reconocer los hechos el martes en petit comité, tras los primeros runruneos, Errejón se ha despedido hoy con un trabalenguas en las redes, con un texto encriptado. No pide perdón explícitamente, pero en su particular manera de enfangar el texto para hacerlo incomprensible se aprecia que ha sido consciente de que ha cometido errores machistas y que estos los achaca al tipo de vida de la primera línea de la política; los diez años de micrófonos, popularidad y ego. Esto le ha provocado una serie de secuelas mentales; confunde al personaje con la persona. Un Spanish Psycho en toda regla. Es decir, que se marcha de la política un psicópata de libro, un manipulador de diccionario. Según él, su trastorno surge por combinar la lucha de clase en el sistema capitalista. Está dentro de una subjetividad tóxica y patriarcal. Lo que viene siendo ser un gilipollas integral, darse justificaciones metafísicas sin reconocer que es un depravado sexual y un nerd venido a más que se pasa de intelectual. Podría llamarlo abuso de poder, podría reconocer la deshumanización de sus víctimas, podría reconocer el miedo de las víctimas, pero al final deja un chatarrería verbal y una incoherencia política y vital de por vida. Es tal la voltereta dialéctica del personaje que acaba declarándose víctima; no soy yo, no fui yo, es el sistema, el noeliberalismo y el patriarcado, lo que me ha hecho, y me hace, ser así. 

Otro caso Nevenka que revienta. Otro caso machista que explota. Adiós al niño bueno de la izquierda delante de las cámaras y los focos, adiós al Donald Trump monstruoso en la intimidad. Espero que esté donde esté, pueda escuchar atentamente "Todo lo que merezcas", del gran Xoel López, uno de mis músicos de cabecera. Al menos a mí, en estos momentos, me recuerda insistentemente a él. Espero que, vaya a donde vaya, cierre la alcantarilla al salir.

Y con este caso se dinamita definitivamente la posibilidad de un futuro gobierno de izquierda en el país. Cuando Sánchez termine su legislatura, y termine de limpiar las golferías de Koldo y Ábalos, el PP de Feijóo tendrá despejado el camino para instalarse en la Moncloa.

Y la pregunta final: ¿cuántas mujeres quedan por salir y cuántos hombres por caer?

BS

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