Un país a la deriva

 Un país a la deriva 

Tenemos que ser críticos con el trabajo de nuestros políticos. Cada día que pasa, los parlamentarios juegan al trilerimos verbal para confundirnos con sus corruptelas políticas y gastan las horas de su trabajo, y el dinero público de sus sueldos, con el "y tú más". Horas estériles de debates que van a las cloacas del populismo, a defender el partido. Si uno pone las noticias en el almuerzo, se encuentra con la pelea de gallos esperpéntica, de todos los días, del Congreso. Y los políticos no están para eso.

Si este es el nivel, que den un paso al lado. Esto es lo que los ciudadanos nos encontramos; discursos ofensivos, marañas de ruido, el conflicto, el desacuerdo y el rechazo por decreto. No se respetan mínimamente entre ellos. Y mientras hacen su guerrra de trinchera ideológica, su incompetencia, aunque no lo parezca, nos dejará nuchas facturas pendientes. 

Con estos debates absurdos de magáfonos saturados y aplausos pactados es imposible solucionar el problema de la vivienda, que requiere de una potente inversión pública; y que también necesita de una regulación de la vivienda privada y de los pisos turísticos. Por no hablar de los problemas que hay que resolver, con la ayuda de la Unión Europea (ayuda que España aún no ha solicitado), con la inmigración en Canarias, que está totalmente saturada. Sin olvidar los primeros pasos que se están dando para romper la solidaridad del Estado entre las comunidades, porque esta solidaridad es incompatible con los cupos autonómicos por la cara que se están planteando y que provocará que aumente la desigualdad.

Hay un país en stand-by y gobernantes que pasan de los problemas reales y que, por tanto, tampoco están interesados (porque quizás no están preparados ni cualificados) en debatir seriamente las posibles soluciones. Políticos que van a calentar el sillón del Congreso y que por no saber, no saben ni lo que votan.

BS

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