Tiempo de disculpas

 Cuando Ábalos soltó, "estoy solo, no tengo a naaaaaadie", con la boca llena de cinismo y mafia, en una rueda de prensa de despedida sin amigos ni compadres, se podía masticar su futura venganza. Encarnó una salida por la puerta de atrás del Gobierno y del PSOE con una actitud altiva que marcaría los turbulentos acontecimientos. Poco tiempo después se filtrarían audios y mensajes de su móvil, dio rienda suelta a sed de venganza pasando por platós de televisión y dándole pábulo a un tal Koldo que fue, para que nos entendamos, el chupaculos de toda la vida al que le cortaron el grifo de los privilegios en B y que grababa hasta a su madre (por si hubiera que chantajear más adelante). Tal fue su grandilocuencia y chulería, la de Ábalos, que salió del PSOE pero que siguió como diputado del Congreso, dejando en tierra de nadie sus futuras votaciones, y ya de paso, quedándose con el resguardo judicial del aforamiento. Un disparate en toda regla de "la democracia" de este Estado solo al alcance de los diputados y de la monarquía.

Ábalos, que pasó de ser Ministro de Transportes a Apestado Oficial, tras verse abandonado a su suerte, no dudó en tirar de la manta, junto a Aldama y Koldo, para llevarse a todos por delante. No es casualidad que en los audios filtrados estén casi siempre estos dos. Tampoco es casualidad que Aldama hiciera la guerra por su cuenta y mendigara su historia de lameojetes a cualquiera que le abriera un micrófono. Pero Ábalos y Koldo estaban en otra liga. Estos tipos sabían qué se estaba cocinando en las reuniones dirigidas por Cerdán, el Tony Soprano del triángulo tóxico. El problema, a estas alturas de malversación, no es que tiren de la manta y se lleven a otros peces gordos a la pecera de los corruptos marginados, el problema es que cada día sale más indecencia de la manta.

El drama no acaba aquí. Antes de que al PSOE le explotara Cerdán en la cara, una desconocida Leire Díez, una exconcejala del PSOE, andaba buscando en el fango acciones comprometedoras de la UCO. Pero nada comparable a las corruptelas de Cerdán, un primer espada del PSOE, que se codeaba con Ábalos y Koldo para repartir dinero y putas con un modus operandi machista y casposo, de palillo en boca, mano en el paquete y risa de viejo verde desfasado (la risa del que piropea a mujeres por la calle sin ninguna clase). Con Cerdán la historia entra en otra dimensión, en tierra de esperpento. 

Los audios filtrados de la vergüenza, que salieron el viernes pasado en Hora 25, a las ocho de la tarde, con Aimar Bretos, y que fueron diseccionados por el periodista, constatan unas reuniones en donde Cerdán era el Al Capone de un triángulo de conveniencia; dirigía la orquesta de la corrupción con una desvergüenza apabullante. Hablaba de dinero, de mucho dinero, y dentro de esos turbios negocios, dentro de los que "y qué hay de lo mío", de Ábalos y Koldo, se repasa revista a una serie de putas, con comentarios mediante, como el que compra mercancía por internet.

El PSOE está manchando, tocado, y quizás hundido. Perdiendo su credibilidad a pasos agigantados. Cerdán sabía desde hace meses que estaba en el punto de mira, en la diana de Ábalos y Koldo, porque se codeaba con ellos para repartirse el sucio botín y porque dejó facturas en negro pendientes. Sin embargo, su vida en estos últimos meses ha sido la de un político normal y corriente; un hipócrita absoluto que se sentaba en su escaño como si no pasara nada, como si no hubiera hecho nada.

Pedro Sánchez queda retratado una vez más por los suyos. Pedro Sánchez es el Rey Añejo que pide perdón, con la cara por los suelos y el semblante alicaído, por tercera vez, después de cargarse al tercer elefante. Las facturas se le acumulan. Todavía no ha aclarado cómo su mujer, sin titulación alguna, daba clases en la universidad, ni cómo su hermano acabó en Badajoz cobrando un sueldo importante sin saber qué tenía que hacer y dónde trabajaba. Al presidente, y al PSOE, se le está acabando el tiempo. Y las disculpas. Y no deja de ser paradójico que entrara en la presidencia del Gobierno por la corrupción insalvable del PP de Rajoy. Ahora es él el que protagoniza el desolador hundimiento, el que se ha quedado sin argumentos y quién sabe si ya está meditando rubricar el punto y final de su tiempo político.

Cuando tienes el barco plagado de ratas es imposible que no surjan dudas sobre si el capitán es también una.

BS


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