Doble de corazón con hielo

 Por épica, va a ser muy complicado que un equipo de fútbol haga las remontadas tan extrañas y mágicas que ha protagonizado el Real Madrid este año. Jugando al fútbol con desorden, caos y doble de corazón con hielo, ha dejado en la cuneta al todopoderoso PSG, al equipo de Messi, Mbappè y Neymar; al último campeón de Europa, al Chelsea; al City, que avasalla en la Premier, pero que no culmina en la Champions. Un City hecho a imagen y semejanza de Pep Guardiola y que vio que cómo en el descuento se desmoronaba un partido que tenía prácticamente ganado; y en la final, para seguir con lo ilógico, tumbó con la lógica del escudo y Courtois, más que con el juego, al Liverpool que tiene el sello inestimable, corajudo y ganador de Klopp.

La épica llegó a su fin con el gol de Vinicius. Un tanto que fue suficiente para desmantelar, con una férrea defensa a la italiana mediante, a un Liverpool que, con Salah al frente, fue incapaz de doblegar al guardameta blanco. Una Champions que reivindica viejas glorias, como Benzema, Modric, y que vanagloria a futuras y presentes promesas, como Camavinga, Rodrigo o Vinicius. Y también hay que darle espacio y reconocimiento al director de orquesta, a Carlo Ancelotti, que ha sabido crear un equipo sano, un grupo de amigos, que nunca ha bajado los brazos, que siempre ha luchado hasta el final. 

Quizás el Madrid no ha sido el mejor equipo de esta Champions, pero sí ha sido el que mejor espíritu ha tenido. Nunca han dejado de creer. Siempre con la actitud por delante, por bandera. Y un equipo puede tener habilidades y conocimientos tácticos, y eso suma. Pero la actitud, como dice Victor Küpper, multiplica. 

La decimocuarta es blanca. 

BS


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