Que Nadie Cante Victoria
_____________________
Que
Nadie Cante Victoria
Los Cavaliers arrollan en el cuarto partido de las finales con una primera parte descomunal
Los Cavaliers arrollan en el cuarto partido de las finales con una primera parte descomunal
Las
finales de este año en la NBA están siendo una de las mejores finales de la
historia, si no la mejor. Lo dicen las estadísticas. Los Cavaliers llegaron con
un parcial de 12-1 a favor a las finales. Solo perdieron un partido ante Boston,
en las Finales de Conferencia. Los Golden State Warriors llegaron inmaculados; 12-0. Nunca se había vista algo parecido. Además, gracias a un meteórico Durant, que se asoma, como el
más que probable MVP de las finales de este año, pusieron un parcial de 3-0 ―el
marcador del tercer partido fue favorable a los de San Francisco por 113-118―.
Algo inaudito ―parcial de 15 en postemporada―. Sin embargo, el tercer partido,
más que ganarlo los Warriors, se les escapó a los Cavaliers, por iniciativa
propia. Se les esfumó en los últimos cien segundos, en donde los californianos le metieron un
parcial de 0-11. El descomunal partido de LeBron e Irving ―sumaron 77 puntos
entre ambos― quedó en un segundo plano con semejante derrota a cuestas, con la
remontada antológica final, con la cara de idiota que se te queda al ver
y propiciar semejante catástrofe. Fue un partido muy igualado. Los Cavs no supieron
manejar las bolas decisivas de los instantes de cierre. Irving falló un tiro que se escapó por el hierro. Durant, que lo tenía muy claro, enchufó un triple que dejó a los Warriors en un +1. Irving lo intentó de tres, erró. Después perdieron un balón importantísimo, LeBron, para mal de males, cuando iban tres por debajo. A los Warriors les valió con los tiros libres para minar el juego. Los Cavs tuvieron varias
posibilidades antes de que se apagara la contienda. Naufragaron. La victoria cayó para los Warriors.
Y
con todos estos datos en juego, el cuarto partido de las finales, auguraba una
nueva contienda. La posibilidad de realizar una proeza apabullante; los
Warriors podían convertirse en el primero equipo de la historia deportiva de
los Estados Unidos que ganan un campeonato sin perder un solo partido en los
playoffs. ¿Habría sido justo? Pues es una pregunta relativa, a la que se le
pueden poner muchos peros, aunque, personalmente, la respuesta es no; los
Cavaliers hicieron méritos suficientes para llevarse algún partido. Compitieron. El tercer partido se les desmoronó sin que hubiera un por qué solvente.
Son
dos equipos históricos, inigualables. La diferencia real entre ambos nos es
de unas finales de 4-0. Aunque el estado de forma de Durant deja el balance muy favorable
para los de Kerr. Sin lugar a dudas, estamos ante el mejor plantel que ha
pisado una cancha de baloncesto. El arrollador equipo de La Bahía tiene un potencial ofensivo que anodina, y defienden con
uñas, garras y dientes. Por otra parte, el equipo de Cleveland, con un LeBron de
leyenda, que sigue estando espectacular, junto a un Irving de fantasía, y un
Kevin Love que no desentona, no están tan lejos del marco dorado de los Golden
State, de los Curry, Green, Thompson y Durant. Y lo demostraron en el cuarto
partido, que dominaron desde el salto inicial. Se fueron al descanso con +18;
68-86. Sí, han visto bien; los Cavaliers metieron 86 puntos en los dos primeros
cuartos ―49 puntos en el primer cuarto, récord histórico―.
Y
tiene más mérito del que parece. Cualquier equipo habría bajado los brazos,
habría dado la final por concluida, con un 3-0 en contra, con una derrota, en
el último partido, que dolió más porque se les esfumó en el último suspiro. Con todo el contra,
los Cavaliers salieron a machacar a los Warrios, con una actitud de campeones, con
una intensidad que rayaba en lo criminal. Embarraron el encuentro. Y ahí, juegan como pez en el agua. Se
presentaron con un orgullo inquebrantable. De nuevo partidazo de LeBron, que
está en todas, también de Irving, que no falla, que sigue siendo crucial, que entra al aro como por su casa. Love y Smith estuvieron también a un gran nivel. Y es que LeBron, a pesar de los aplausos, fanes,
afines y fobias, es un anotador incansable, insaciable, un competidor nato. También es un gran defensor, que
aporta, colectivamente, en otras facetas, porque posee una gran visión de juego, y con sus dotes de líder, de director de orquesta, sabe manejar y tener al equipo enchufado. Superó, con
un nuevo triple-doble, a Magic Johnson y se convierte en el jugador con más
triple-dobles en las Finales de la NBA. Capítulo aparte para Kirie Irving, con
40 puntos, redondeando una noche sensacional, fantástica.
A
los Cavaliers les interesaba un partido sucio y físico, y lo consiguieron. Desdibujaron a Durant, que a pesar de todo se marcó 35 puntos, pero sobre todo, noquearon a Curry. En
el partido hubo varias tanganas, y en partido revuelto, los Cavs sacan ventaja.
Hubo más palos que en un fuerte. Las técnicas bailaron de uno a otro lado. Dos técnicas le cayeron a Green, al que no le
pasan ni una. La segunda técnica fue más que discutible. También le perdonaron
una técnica en el último cuarto, en un manotazo a deshora a Tristan Thompson. Siete faltas técnicas se pitaron en total, lo que dice mucho del caos vivido. El
partido se tuvo que parar varias veces para calmar las iras. Con todo, los
Warriors mantuvieron la compostura, aguantaron el tipo. Pero este tipo de
partidos, ya se demostró en las finales del año pasado, no les interesa. A
pesar de los intentos por engancharse, los Cavs no aminoraban y se manejaban con veinte
puntos de ventaja, una constante en todo el lance. Entre canasta, tanganas y
demás, los Warriors se plantaron en el último cuarto con 19 puntos por detrás. Dicen que los partidos se deciden en el tercer cuarto. Así fue de nuevo. 19
puntos fue demasiada distancia, los Cavs no dieron su brazo a torcer en ningún
momento. El partido se cerró con un 116-137. Una buena tunda.
El
3-1 deja las cosas muy favorables para los Warriors aún, aunque ya saben que
enfrente no van a encuentrarse a un equipo que baja los brazos. Los chicos de LeBron James se crecen ante
la adversidad. Los Cavaliers siguen vivos. Este cuarto partido era,
supuestamente, el más asequible para los Golden State, por los condicionantes del 3-0. El
año pasado, los Cavs remontaron un 3-1 en contra. Este año el reto se antoja
más difícil todavía; levantar el 3-0. La esperanza es lo último que se pierde. La
esperanza es un arma con la que se puede ganar cualquier batalla. Ya han puesto
la primera piedra. Dar por muerto a un equipo es la mejor manera de
resucitarlo. En estas finales no vale cantar victoria antes de tiempo.
B S
Comentarios
Publicar un comentario