No Estaba Muerto



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No Estaba Muerto

     Se le trastocó el plan a los barones con las primarias; el PSOE vuelve a las manos de Sánchez, por la vía democrática. Susana Díaz se hunde; consigue menos votos que avales. Patxi López acabó descolgado aunque no se descarta que adquiera un papel relevante en la nueva ejecutiva.

     Al final, el Ned Stark del Partido Socialista, Pedro Sánchez, no estaba tan decapitado como se pensaba. Hace unos meses, sus propios compañeros le indicaron que su destino pasaba por colocar el cuello debajo de la guillotina, para que su cabeza rodara. Pensaban que esa era la solución para conformar un nuevo PSOE, en el que no tenía cabida. Lo arrinconaron y lo obligaron a huir por las puertas de atrás de Ferraz y del Congreso de los Diputados. Se alegaba que dos derrotas de tal calibre, como las lideradas por Sánchez en las elecciones, no podían conducir a un prometedor futuro para el socialismo. En aquel motín enmascarado, que fue un camuflado golpe de estado del aparato del partido, un pucherazo, no intervinieron sus militantes. La actuación de la cúpula sembró dudas y pocas certezas ―por no decir ninguna―. El desenlace fue la dimisión de Sánchez como Secretario General y como diputado.

     Sin embargo, ahí no se cerró la historia, el último capítulo quedó abierto. A esta trama no se le puso el punto final; Sánchez, en realidad, estaba interpretando el papel de Jon Snow ―Jon Nieve―. Lo vimos en las escenas de la noche de ayer. Vimos como el denostado, el tiroteado, el acribillado, se levantó, como Lázaro. Andó. Resucitó. 

     Ha resucitado de sus cenizas, tras unas primarias en las que todos los nombres importantes del socialismo apoyaron a Susana Díaz, que, por lo que pudimos ver en ella, ayer, en su rostro, en sus ojos, no esperaba tal varapalo, tal desenlace. Ni por asomo. Los militantes socialistas lo tenían muy claro; Pedro Sánchez es el candidato para este PSOE, para esta nueva era incierta; Susana Díaz, de Despeñaperros para arriba, no tiene apenas defensa, no goza de afecto. El dato genérico del mapa de las primarias no deja lugar a duda; Sánchez ha ganado en todas las comunidades, salvo en Andalucía y en el País Vasco, los feudos de sus dos contrincantes.

     Es una victoria muy significativa. Por un lado, todos los fantasmas de los diferentes medios de comunicación, no han coartado, ni han conseguido influenciar la libertad de voto de los militantes, que han votado a Sánchez, a pesar de los ladridos. Los votantes han dejado en la cuneta a la bendecida por los diferentes estamentos del sistema, a Díaz. A pesar de las trabas con que carga el propio Pedro Sánchez ―los malos resultados electorales, la escasa autocrítica, el escaso apoyo público de los líderes socialistas y de los medios de comunicación―, a pesar de tener que remar contra viento y marea, ganó con bastante margen, con holgura. Todo lo acaecido da para pensar, interpretar y reflexionar. La política es un lugar extraño y paradigmático.

     Por el bien del PSOE, Sánchez debería aunar a los bloques de López y de Díaz, e intentar, en la medida de lo posible, conformar un partido unido, sin odios, sin frentes, sin francotiradores, sin disparos, sin garras afiladas. Será difícil, pero es el único camino que le asegura cierta estabilidad; Sánchez debe perdonar a los que le hicieron la zancadilla, tender la mano, por el bien de todos los socialistas. Hacer de tripas corazón, mostrar humildad. Tendrá que liderar un proyecto que, a día de hoy, no puede estar más dividido, no puede estar más enfrentado. Falta por ver si la fractura es perpetua, entre unos y otros, si hay recuperación posible, si se apartan los rencores. De momento Antonio Hernando, el hasta ayer portavoz socialista, dimitió sin demora sabe lo que le esperaba; ajo y agua.

     Los peces gordos del PSOE, por su parte, deberían tomar conciencia de que los tiempos han cambiado; el PSOE no volverá a ganar unas lecciones a medio plazo. El partido, necesitará, para instalar una política socialdemócrata, tal y como está el patio, tal y como está la izquierda política representada en este país, pactar con Podemos y con Izquierda Unida. Deberá tomar en consideración a Ciudadanos, incluso. El PSOE, por sí mismo, no puede hacer política porque no tiene los apoyos suficientes. Si se niega a ver esta cruda realidad, seguirá viviendo en el siglo XX, sin futuro, en un país que seguirá quedando en bandeja para que gobierne el PP.

     B S

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