El declive humanístico


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El declive humanístico


-Papá, quiero ser filóloga –dijo la hija, tras coger aire, y soltar la frase con total convicción y semblante decidido.
-¡Pero hija! ¡qué mierda es esa! ¡quieres tirar tu vida a la basura! ¡O qué coño pasa! –respondió el padre, que dejo la cucharada de lentejas en al aire parada, con el terror y la consternación marcadas en su cara y algo parecido a la locura en sus ojos. Luego, tras digestionar, y tras reposar durante unos minutos entre los dientes "filóloga... filóloga..." como si masticara la palabra, volvió en sí y comenzó la tormenta: se pasó la tarde gritando y gritando, sin que se distinguiera bien si eran gritos o berreos.

            Seamos franco, las humanidades, el pensamiento crítico, se apaga poco a poco. Perdemos la batalla. Los pasillos de las carreras de letras es probable que en un tiempo medio-cercano no las frecuente ni el tato. Para ayudar a su demolición, nuestro principal paripé de educación, Wert (Ministro de ¿eduqué? ¿ministro dijo usted? jaja, ¡qué bueno el esperpento!) hace unos días defendió a las carreras “útiles” (en oposición, por tanto, a las “inútiles”), las carreras que tienen un trabajo a la vista (la pasta accesible, contante y sonante, bien resguardada en el bolsillo). “Podréis hacer el ruido con la chatarrilla, así, con las monedas que os quede de sobra en los bolsillitos, cómo hago yo, ¿veis?, yo lo hago cuando voy para casa andando, me gusta el sonido” dijo Wert, con una sonrisilla ante la cogorza mental de los asistentes que se pusieron a urgar en los bolsillos para imitar la ocurrencia wertiana. "¡Beeeee!".

Un futuro laboral pleno, acorde a un coche impoluto, de gama A, con una rubia tremenda en el asiento del copiloto acorde a una vida sexual al alza. Más que una opinión necesaria, es una opinión económica; hay carreras de ciencias que te aseguran un puesto en el mundo laboral, (eso dicen) o si no, al menos, te aumenta la probabilidad de ello. Además, en el mundo actual y en la España basura actual, el sistema los demandas, se necesitan científicos, patentes, vender, vender, vender “¡beeeee!”, y si no se encuentra un hueco cerca, detrás de las fronteras muchas empresas esperan con los brazos abiertos. ¡Yeeeepa! ¡Bingo! "¡Beeeee!".

            Habría qué discernir, primeramente, ¿Qué es lo útil? ¿quién dirige esa utilidad? ¿por qué es mejor ser útil? ¿una vida más útil te asegura una vida mejor? Todos tenemos asumidos que para tener una vida cómoda, realizada, necesitamos de un trabajo, dinero, y con él mover los falsos sueños y las falsas esperanzas. No es extraño que en un mundo gobernado por y para el dinero, la cultural intelectual, en su sentido extenso, quede fuera de juego. De este modo, los gobiernos de los distintos países, acotan el terreno, conformando una universidad a sus necesidades, varear el terreno para que las cabras pisen el monte elegido, el sagrado. Pero por el camino que los pastores desean, convirtiéndonos en su rebaño, para después absorber todo el fruto, todos los nutrientes. Y una vez finiquitado, no tener angustia ni preocupaciones, porque año tras año, todo estará preparado. Hordas de rebaños seguirán siendo “útiles”, no más felices quizás, no más críticos tampoco, pero sí más “útiles”. “¡Beeeeeee!”.

Las humanidades son necesarias, ayudan al hombre a sobrevivir y a vivir mejor. Las humanidades nos alimentan la mente y el espíritu,  nos trae otro significado de las cosas, del mundo que nos rodea. Nos deja los ojos más abierto. Sin las humanidades, sin el arte, sin la literatura, viviremos en un mundo vacío de imaginación, un mundo gris y triste. Apreciar la belleza del arte es una cuestión de intelecto, de imaginación y sensibilidad; por eso hay tantas cabezas que solo se empeñan en contar las monedas.

Buscando tras cada detalle de lo que somos encontraremos algo mejor seguro. 

BS

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