Asalto en la NBA



Asalto en la NBA
Stephen Curry vs Lebron James
Los Cleveland Cavaliers de Lebron James ganaron la competición más competitiva del baloncesto, la NBA, en un espectacular séptimo partido. Lo hicieron con misterio, superaron el trance de enfrentarse al extraterrestre Stephen Curry, que no ha estado fino en los partidos finales. Un triple de Irving, en el tramo final de la séptima conntienda, descorchó el cava en Arizona. Los Cavaliers dejaron en la cuneta la meteórica temporada de los imparables Golden State Warriors de Curry y compañía, que superaron los registros de los Chicago Bulls de Michael Jordan del 96, con 73 victorias y tan solo 9 derrotas (los Chicago Bulls dejaron un parcial de 72-10; eso sí, Jordan marcó un ciclo con los Bulls, con seis anillos consecutivos).

La final parecía decantada en el cuarto partido, cuanto los Warriors pusieron un 3-1 a favor, con tres partidos a la vista para sentenciar. Parecía que no había mayor historia. Los números lo avalaban; era el mejor equipo de la NBA, y además, nunca en la historia un equipo en una final había logrado remontar y volcar un parcial de 3-1 en contra. Los Warriors tuvieron un 3-1 en contra en la final de conferencia, contra los Oklahoma City Thunder, de Westburck y Duran, y estuvieron a un paso de dar el campanazo y pasar a la final. Entonces los Warriors forzaron el sétimo partido, y vencieron. Después de que quedaran fueran los San Antonio Spurs y Oklahoma ―a los que se les resiste el anillo―, en la conferencia oeste, todo parecía decantado. El último escollo, los Cavaliers, no parecía un rival de envergadura para impedir que los Warriors consiguieran el segundo anillo consecutivo, habían cosechado una buena temporada pero lejos del nivel meteórico, tan bestial y tan regular, de los Golden State. Daba la sensación de que los Warrios, tras dejar atrás a Oklahoma, y librarse de los Spurs, parecían los férreos candidatos para lograr la NBA. Una temporada hecha a medida. Tenían campo abierto, la alfombra puesta. Mientras tanto, el equipo de Lebron James, el mejor de los mortales, con Irving y compañía, iban pasito a pasito, soltando lastre. Llegaron a la final de la NBA con una solvencia aplastante, aunque la conferencia este, este año, ha sido menos exigente. Nadie contaba con que los de Cleveland superaran a los Warrios.

Los Cleveland Cavaliers levantan el título
La final entre los Warros y los Cavaliers enfrentaba dos tipos de juegos diferentes, distintos conceptos. El juego de los Warrios, que se centra en el juego desde el perímetro, donde los tiros de tres, el alto tanto por ciento de acierto en las estadísticas desde los seis metros de los de San Francisco, hacían impensable que alguien los ningunearan. Los Warrios bombardean. Si Curry, Clay, Green y compañía mantenían la muñeca final, había poco que hacer. Con el 3-1 a favor de los Warriors, se percibía que tres partidos malos de los Golden State eran muchos partidos. Impensable. Además, tenían dos partidos en su feudo. Por el contrario, los Cavaliers carecían de la muñeca triplista de los de San Francisco y estaban obligados a llevar el partido a un juego mucho más físico, de desgate y defensa férrea, lucha y barro.

El juego de LeBron James es el de un todoterreno, un portento físico. Posee más variabilidad y versatilidad, resulta mucho más polifacético. Sin embargo, en esta temporada, ha aflorado Curry, con su maestría triplista, su visión de juego.  Con todo, Lebron, en la final, fue el principal reboteador, tanto defensivo como ofensivo, puso tapones, machacó el aro rival, fue bien en tiros de dos, en los tiros libres, y se marcó triples cuando se daba la oportunidad. Maneja con holgura un equipo bárbaro, donde, a diferencia del año anterior, no todo el peso del juego y de la anotación recae en su persona. James destacó en todas las facetas del juego. Un asunto estaba claro; para que Cleveland superara a los Warrios, tendrían que defender con más intensidad, y que el trabajo colectivo superara al trabajo y a la magia de os Warriors, y que el MVP Curry, quedara en las sombras. Y lo consiguieron. La suerte, con el debido trabajo, les cayó encima. Consiguieron desequilibrar la balanza, el 3-1 adverso.

Durante los partidos previos al sétimo definitivo se habían dado varias tanganas, y en uno de eso roces, entre Green y James, Green recibió un partido de suspensión ―en el quinto― por un golpe bajo a James. Algunos periodistas vieron un trato imparcial a favor de los Cavaliers, un arbitraje dudoso. James no recibió suspensión, aunque también es cierto, que el golpe lo lanza Green y lo recibe Lebron. La final estaba caliente.

El sétimo partido, en el templo de los Warriors, llegaba con muchos roces y muchos asuntos pendientes, como los buenos combates del boxeo. El encuentro transcurrió con una igualdad extrema. Ninguno de los dos se desenganchaba en el marcador. Fue en el último minuto, con un triple definitivo de Irving que estuvo durante todo el partido sensacional, con la defensa de Curry encima ―ironías de la vida―, cuando se enmudeció el pabellón. El genio recibió su medicina. El marcado quedaba con un +3 para los Cavaliers, un colchón demasiado preciado. Los Warrios tuvieron dos ataques para recortar el marcador, pero jugaron con precipitación y desconcierto, con el peso del cronómetro, sin tino ni acierto. Los Cavaliers conseguirían anotar un último tiro libre para dejar el lance en +4. Los Warrios fallaron de nuevo su último tiro a la desesperada y el resultado quedaría encallado en el 89-93. Lebron James consiguió su tercer anillo, el primero para la franquicia de Cleveland. Cumplió su promesa con su ciudad natal, uno de los motivos de su fichaje; dejar en Arizona un campeonato NBA. Los Cleveland Cavaliers nunca dejaron de creer, y su héroe, un tal Lebron James, The King, no les defraudó.

B. S.

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