Al asalto
Las elecciones nos asaltan, ya
están aquí, a escasos días, a la vuelta de la esquina. Hasta el 20 de diciembre
nos intentarán colar la papeleta, como sea. Esto significa aguantar todavía las
caretas de los candidatos, las utopías, tendremos que resistir las sobredosis
encubiertas de hipocresías, los borbotones de mentiras, las verdades
maquilladas, los bailoteos de cifras bajo la oportuna subjetividad. Kilos y clonaciones
de panfletos, doble ración de lo mismo, colchones y anestesia, por cada medio
de comunicación… Para que te quedes con el hambre intacto.
La lucha por la segunda posición de la parrilla, que van a disputarse PSOE, Podemos y Ciudadanos, será determinante, decisiva, para
un posible gobierno de coalición y dejar fuera del tablero político al PP. La
lógica nos lleva a calcular un pacto PSOE-Podemos (¿+IU?), aunque quedan trabas
por aclarar y el PSOE no las tiene todas en su manga. El PP, por el contrario, si
saca un buen resultado, y Ciudadanos colapsa la opción PSOE-Podemos, podrá
virar sus posiciones y gobernar con Ciudadanos ―que podría influenciar en los
cargos y ministerios― o en minoría.
Los candidatos realizan horas
extras para el sprint final, para abordar
a los votantes y convencer a los indecisos, que las cámaras les cojan el perfil
bueno, atiborrar la pantalla. Si hay que bailar, se baila; si hay que saltar,
se salta ―aunque sea al vacío―; dejar la sonrisa de por vida, y ante pregunta
incómoda Cerros de Úbeda y más sonrisa profident.
La política, cada vez más, es irreverente espectáculo, imagen calculada y apoteosis
de redes sociales.
El debate a dos, Sánchez-Rajoy,
perjudicará a Sánchez, por las incoherencias, por carecer del
temple necesario para debatir. Rajoy, con sus cuatro años en el dique seco del
gobierno también perderá apoyos. Fuera del entendimiento ha quedado la imagen
de un niñato golpeando a Rajoy. Aquello ha empañado la campaña, y no sabemos hasta qué punto
ese acto de brutalidad contra el presidente
matizará el resultado electoral. Y tirón de orejas para TVE,
que han ajustado la balanza en la imparcialidad, en sus programas y entrevistas,
a favor del bipartidismo, y evidenciando una cobertura en donde han prevalecido
interesadamente las posturas del PP.
El momento clave ha sido el debate
a cuatro del 7 de diciembre. Evidenció que el PSOE, con Pedro Sánchez, sigue
desdibujado, frío, y con los grilletes del pasado negro del que no puede
librarse por mucho que grite en las plazas. Además, el PSOE en campaña dicta
mucho del PSOE en el gobierno. Iglesias mostró su línea, contundencia y
amabilidad, menos ceño fruncido, con la ventaja de estar ajeno a las trabas del
gobierno, con la frescura de no estar atado a sillones y lameculos. En su
último minuto fuimos testigo de un gran discurso llamando a la ilusión, y a la
memoria. Aunque la política no es solo corazón. Podemos está mejorando en las
encuestas y confían en la imposible remontada, en quedar segundos, romper los
pronósticos. Soraya se defendió como gata panza arriba, supo dar y recibir.
Tiró de hemeroteca para descuadrar al PSOE con la catástrofe del último
gobierno socialista, de la experiencia de gobierno, y plantó, como era de
esperar, los brotes verdes, las minucias de la mejora de la
economía. Supo remar a contracorriente con suficiencia, dar la cara ante los
problemas del país y de su partido, con temple y firmeza. Rivera estuvo algo
inquieto, y no salió de su postura medida y centrista. Su conocimiento sobre
los temas económicos es evidente, si bien, se echó en falta un discurso más
atractivo. Ciudadanos aspira también a ocupar un puesto capital en el futuro
parlamento, será junto con Podemos un fiel aliado para inquietar al
bipartidismo, y ajustar la política en el suelo.
Las encuestas de Metroscopia,
junto a las del CSIS y Democospia, nos muestran una evolución, con respecto a
las últimas semanas, en donde apreciamos varias reseñas:
1- El
Partido Popular será quien gane las elecciones, sin mayoría absoluta.
2- PSOE,
Ciudadanos, y Podemos, se moverán en un triple empate.
3- El
PSOE obtendrá el peor resultado de su historia. En el mejor de las hipótesis, permanecerá
como segunda fuerza política.
4- Ciudadanos,
entrará en el Congreso por la puerta grande, como tercera fuerza política, e
incluso, no es descartable la posibilidad de que rebase al PSOE y acabe la
carrera con la medalla de plata.
5- Podemos
será la cuarta fuerza política, en la teoría de las encuestas. Sus líderes y
seguidores, sin embargo, confían en la remontada que le otorgan las encuestas
en las últimas semanas, favorecidos por las gratas valoraciones que obtuvieron
tras el debate a cuatro, y la fuerza de un mensaje distintivo, el “Sí se
puede”, el espíritu del cambio.
Vayamos por parte, Jack. En
primer lugar, Capitán Siesta, Mariano Naniano Rajoy, no acudió al debate a
cuatro, aunque sí participó en el careo sin sentido con Sánchez. Que aparezca
un día cualquiera en la COPE opinando sobre las jugadas del Real Madrid en el
partido infumable de Champions contra el Shaktar Dones, o jugando al futbolín
con Bertín, es intrascendente. No manipulemos. No nos descentremos. El
presidente fue sustituido en el entuerto televisivo por Soraya Sáez de
Santamaría, que solventó la papeleta, y que posee más ritmo que él. Estrategia
de partido. Por cierto, que en el debate tampoco estuvo, como suele ocurrir a
menudo, Izquierda Unida, el señor Garzón.
El PP sigue
pilotado con un dudoso Mariano. Los asesores de su partido han querido
dosificarlo en las apariciones públicas. A pesar de los toques de cueva, y de
las presentaciones de plasmas, ha callejeado como nadie, saliendo del guion al
que nos tenía acostumbrado, para deslumbrarnos, entre otras cosas, con sus requiebros
gramáticos, y elevadas soflamas filosóficas. Los logros en macroeconomía y sus
tenues mejoras en las cifras del paro, han sido las constantes, resaltando el
balance en positivo de los últimos años y la hecatombe de la cual nos venimos arrastrando, aquel oscuro periodo
socialista. Se sitúan, a pesar de la corrupción a manos llenas ―en la que se
posicionan como víctimas―, y del estancamiento perpetuo de este país, como el
partido principal, el candidato a revalidar la presidencia. El PP es quien
posee más soportes, si bien, lejos de la mayoría absoluta. Como supuesto
aliado, todo apunta a que el único que quizá haga acto de presencia a la hora decisiva
de formalizar un posible gobierno, con coalición, o para permitir un gobierno
en minoría, sea Rivera, que se ha negado a formar gobierno con los populares y
con los socialistas, pero que han defendido, por otro lado, que debería
gobernar la lista más votada.
El PSOE,
mientras tanto, prepara el golpe que se les avecina. Desde la trinchera observan, calculan, sin
hacer el menor ruido, sin desentonar en la pista de baile, o haciendo el mismo
ruido de siempre, pasar por socialistas, no vaya a ser que pierdan el apoyo que
les queda y que se les vaya por el desagüe la historia otra vez. Sánchez apela a una política de izquierda, en
liderar al PSOE con una soberbia inaudita. Tiene la ventaja de las siglas.
Tanto el PP y el PSOE, a pesar de las inundaciones, van a tener espacio en el
trastero político, aunque el PSOE, a diferencia del PP, llega a estas
elecciones a la deriva. Las zonas rurales, las provincias en donde se reparten
menos diputados, parecen que van a darle el último suspiro para que ocupe un
puesto relevante en el parlamento. Los dedazos en Madrid ―el caso de Tomás
Gómez― pasan factura, quedan como quinta fuerza en la capital. La caída de apoyo en los últimos años en Cataluña ―que
siempre fue un espacio clave para los socialistas― y el debilitamiento general
en todo el país, dejan en definitiva, al partido quebrado. La credibilidad
socialista está diezmada. El mejor escenario sería quedar como segunda fuerza y
mantener abierta la posibilidad de formar un gobierno de coalición con Podemos
(Ciudadanos se ha negado), o con Podemos e IU… según salgan las papeletas, y conseguir así la presidencia. A
eso aspiran en Ferrán.
Podemos quizás
no llegue a asaltar el cielo, pero va a convertirse en una fuerza con
posibilidades de acceder a los mandos de gobierno. Los de magenta creen en una
remontada histórica para formatear la política de este país. Todo apunta a que
se quedarán con una parte interesante del pastel, en torno al 17% de los votos,
como cuarta fuerza. Han sobrevivido al bombardeo mediático en contra, en donde
se ha intentado comparar, por activa y pasiva, los casos de Errejón y Monedero
―en donde, evidentemente, ha habido trigo sucio― con los casos masivos y
multimillonarios de las corruptelas del PP-PSOE, y las insistencias por
vincular a Podemos, una y otra vez, con Venezuela y Cuba. A pesar de todo,
seguirán en pie. Podemos, como Ciudadanos, es un logro indiscutible. Quizá
ocupen cargos de relevancia en un supuesto bloque con el PSOE (e IU) en el caso
de que no lleguen a esa segunda posición. Será histórico, en cualquier caso.
Confluirá con Ciudadanos en el ansiado fin de este bipartidismo añejo que ha
convertido la política en “asuntos propios”.
Ciudadanos ahora mismo es un enigma
en días de gloria. Las encuestas le sitúan como segunda fuerza política
incluso. Sus apoyos han aumentan en los últimos meses, y los resultados de las
pasadas elecciones catalanas lo reafirmaron como líder. No hay que descartarle
para la presidencia. Puede ser pieza clave, tener las llaves de gobierno del
PP. Coincide con Podemos en propuestas sobre la transparencia y en varios
apartados económicos. Rivera ha sido el más beneficiado en el revoltoso
panorama político; la corrupción, la desfachatez del PP y los años de gobierno
en esta crisis, el desgaste que eso supone; el PSOE, que soporta en las espaldas
los malos tragos de sus gobiernos pasados, al que le tocó meter tijera también,
igual que al propio PP, y que tiene también la sombra de la corrupción encima,
alargada. Ciudadanos puede ser el partido que vuelque el congreso, junto con
Podemos. Ciudadanos ha escalado posiciones, recibe el apoyo de los ciudadanos
descontentos con el bipartidismo, aquellos que desean otra clase política. Su
mensaje sobre la unidad del país, una postura ideológica sobre el centro,
transversal, ha sido defendido por Albert Rivera con liderazgo y carisma. El
20D podría ser su día.
El paisaje político se encuentra
enrevesado como nunca. Las próximas elecciones dejarán muchas preguntas
abiertas, y seremos testigos, partícipes, de un cambio sin precedentes en
nuestra cuarentona democracia. Esperemos que cada uno cumpla, que pacten si es
necesario y se desvivan por levantar esta España muerta. Con un 40% potencial
de indecisos, un 24% de paro general, un 50% de paro entre los jóvenes, no cabe
otra actitud, no caben oportunistas. Deberán dar cuentas, para bien o mal. Porque
no estamos para regalar gloria.
Bruno
Sánchez
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