El retrovisor (X)
Un cacao de segunda categoría
La segunda división del fútbol español ha dejado una encrucijada tremenda en Fuenlabrada y Elche, y el rey de los líos, de los dardos y de los palos, Tebas, a la cabeza del festín. De Tebas no sabemos si es máximo responsable, pero sí es máximo apaleado. La sensación que flota es que no sería descabellado que su cabeza acabara rodando. Porque los cuchillos están volando. Y en el centro de la diana, muchos, por no decir todos, han puesto el póster con su cara.
Los protocolos (rebautizado para la ocasión como el Pacto de Viana) saltaron por los aires en la última jornada. Después de retomar el fútbol profesional tras la pandemia covidiana, parecía que la normalidad iba a ser la escena predominante del guion; la burbuja del fútbol funcionaba, no había infectados y las calles iban sumando runrunes de vida y ajetreo. Hasta que la nueva ola del rebrote acabó tocando a un jugador del Fuenlabrada. Tronaron las alarmas y llegaron las prisas, las incertidumbres y las ganas por finalizar la temporada. Se cortó por lo sano, sin margen de maniobra.
El paciente cero parece que ha sido la madre de un jugador del Fuenlabrada. La historia a partir de aquí se complica notablemente sin que sepamos muy bien qué pasaba por las cabezas de los principales responsables de la competición (LaLiga, el Fuelanbrada, el CSD y la RFEF). El caso uno se quedó, momentáneamente, tapado. El Fuenlabrada se subió a un avión, supuestamente, con un infectado, que después pasaron a ser cuatro (con el visto bueno de LaLiga y del club), y un rato después de aterrizar en Coruña ya superaba la decena. A día de hoy superan la veintena. Así que la última jornada se disputó sin el crucial Dépor - Fuenlabrada. Un partido vital para el descenso y para los play-offs de ascenso. Un partido que quizás no se juegue nunca, por tiempos, porque, a priori, el 16 de agosto las ligas de primera y segunda tienen que estar atadas y bien atadas.
A estas alturas, más que hilos sueltos, hay un enmarañamiento colosal. Algunos asuntos están claros y otros negros como el carbón. Los claros: con los cuarenta y dos partidos finalizados en veinte equipos el Huesca es campeón de la categoría, de LaLiga Smartbank, que sube a primera con el Cádiz, subcampeón. El equipo andaluz dejó el liderato sin guardar porque llevaba una semana (tres jornadas) en primera. El Albacete, que se jugaba la categoría con los de la bahía, de penalti dudoso, se hizo con tres puntos que lo sacaban de la UVI de la Segunda B. Los manchegos hicieron los deberes poco antes del último segundo, con la ayuda de la idiosincrasia arbitral, en el minuto 87. Obtuvieron el aprobado de gracia, ramplón; ganaron por 0-1 en el Ramón de Carranza. Tres puntales trascendentales, que, junto a la victoria del Lugo, dejaban a Numancia y Dépor en Segunda división B.
Y empezaron las quejas, las pataletas, las tormentas. El Dépor, que hizo una primera vuelta desastrosa en lo futbolístico, con todo jugado, salvo su último encuentro pendiente, certificaba su paso a Segunda B. Y aquí hay que dejar claro que el único responsable de que el Dépor esté en Segunda B es el Dépor. Pase lo que pase en su último partido, si se juega, contra el Fuenlabrada, el equipo gallego solo puede aspirar a la intrascendencia de sumar tres puntos más. Pero aun así, el Deportivo va a intentar gastar hasta la última la última gota de sudor y de sangre de sus abogados para que alguien le dé la razón que deportivamente no tiene; el Dépor quiere que un juez le devuelva la salvación por la vía judicial, que no futbolística. Defiende que la última jornada debería haberse aplazado, que esta debería haberse jugado cuando todos los equipos estuvieran disponibles, para que prevaleciera el criterio de igualdad. Pero esto es una verdad a medias porque hay una excepción total que se llama Covid-19, que se ha llevado por delante nuestros planes y miles de vidas. En definitiva, su descenso no tiene nada que ver con las trampas e injusticias. La excepcionalidad del coronavirus tiene muchísimo más peso que el criterio de igualdad al que Dépor y Numancia se aferran.
El equipo gallego viendo el río turbio, negro y revuelto, que inunda la casa de Tebas, quiere sacar su ganancia de pescador. Y como pedir es gratis, va a pedir que le den los tres puntos por alineación indebida en su último encuentro contra el Extremadura, ya que tuvo durante veinte segundos a un futbolista, que estaba siendo atendido por los médicos del club, en una banda, incumpliendo así, supuestamente, alineación indebida. El colmo del surrealismo por bandera. Y como hay barra libre y no hay camareros y el bar está en llamas, nadie quiere quedarse sin premio; Racing y Extremadura piden una liga de veintiséis; el Rayo que se repita la jornada; el Elche que son ellos los que deben jugar los play-offs. Viva la Pepa. Chupitos gratis para todos. Que me den lo mío mientras la covid-19 deja al Fuenlabrada en cuarentena.
El caso del Fuenlabrada es distinto. El club ha sufrido un rebrote de infectados por coronavirus. Tiene un partido pendiente con un equipo descendido y le vale el empate. Tiene todo el derecho del mundo a jugar ese partido. Acabar la temporada con un partido menos sí va, totalmente, contra el criterio de igualdad. Algunos que no son jueces, pero que van de jueces por la vida, ya culpan al club madrileño de haber cometido una infracción. Los mismos que se ponen el esparadrapo en la boca para hablar del positivo de Mariano (Real Madrid), o del contagiado en Sevilla, o los casos de Almería o Zaragoza. Aunque el problema del Fuenlabrada es que viajó con infectados a Coruña y es en este punto donde muchas enemistades interesadas se frotan las manos esperando a que pague la factura. No se descarta que le den el partido por perdido, e incluso su descenso a Segunda B. Pero todo lo que no sea jugar el partido con el Dépor (y si gana o empata ese partido, los play-offs) sería una injusticia. La baza del Fuenlabrada es que viajaba siguiendo las indicaciones de LaLiga, algo que ha reconocido el propio Tebas. Y la plausible explicación es que ese primer caso podría ser un falso positivo. Desde el gobierno, desde el Consejo Superior de Deportes, ya se ha puesto el grito en el cielo ante la imprudencia y el comunicado publicado hace unos días dejaba clara la irresponsabilidad del club, porque estamos hablando de un delito de salud pública.
Hacerse el sabio de la vida con la covid-19 es una ingenuidad. El asunto es que hay muchos culpables, fallos, desaciertos, pero nadie valora que la suspensión de ese partido ha sido el mal menor. Pausar todo hasta el día indefinido habría sido un despropósito. Y lo estamos viendo ahora que salen positivos por conoravirus de debajo de las piedras. LaLiga alega que decidió lo que decidió con el consejo a tres bandas; la LFP, la RFEF y el CSD. Y este punto es muy relevante, porque indica que todos estaban al tanto de los infectados y consideraron que lo mejor era que se disputara la jornada y que se aplazara solamente el partido en cuestión.
Con los rebrotes de por medio lo más sensato era intentar acabar la liga lo antes posible. Y al dramón de Tebas, al que le han dicho “manos arriba”, se suma que tiene a su hijo pringado por estos avatares, ya que es abogado defensor del Fuenlabrada. Por lo tanto, esto es un asunto de La Liga y de familia.
Pero las rotativas no paran; el que ocupa ahora mismo la sexta plaza, el Elche, alega que el Fuenlabrada debe ser sancionado por haber actuado irresponsablemente, por no cumplir el protocolo, cuando eso, a día de hoy no se ha demostrado. Y también que ese partido carece de competitividad; para el Dépor es una pachanga y para el Fuenlabrada la posibilidad de jugar en primera división. En las últimas horas del embrollo, entre dardos y disparos, no se descarta, como hemos dicho, que la justicia ordinaria deje al Fuenlabrada en Segunda B, siempre y cuando se confirme mala gestión o imprudencia (a niveles planetarios). Lo que supone hacer de la víctima, el culpable.
Y como somos un país solidario y cooperativo, aquí cada uno, a lo suyo; unos y otros piden una liga de veintiséis, de veinticuatro, y que me hagan caso a mí, que soy el perjudicado. Las acusaciones y las ganas de empapelar al adversario son las motivaciones; el ombligo a mirarse. Del CSD a LaLiga, con LaLiga defendiéndose de todo y ante todo, y con los periodistas y tertulianos que se suman al carro de juzgar por juzgar, del ruido por el ruido.
Como siempre, es bastante más sencillo encontrar culpables que proponer soluciones.
El duopolio del fútbol español
El fútbol español es, cada más, un interminable y marcado mano a mano entre Real Madrid y F.C. Barcelona. Y en los últimos veinte años de liga ha habido un dominio apabullante blaugrana, aplastante. Aunque Florentino te diría que te mirases el palmarés de la Champions, que es ahí donde de verdad se ve la grandeza (y los cuartos).
El Madrid lleva años tirando la competición de la regularidad por la borda, y en muchas ocasiones, en enero o febrero, e incluso en diciembre, los blancos la daban por perdida. Algo similar podríamos trasladar a la Copa, en donde juega directamente con el Castilla, y pareciera que la eliminación copera supusiera flexibilizar el saturado calendario futbolístico, centrar la atención en los partidos importantes (Liga y Champions). La gestión competitiva del Barcelona de los últimos años, sin embargo, está consolidada. Aunque su dominio rotundo no se ha visto reflejado en el torneo de los torneos, en la que te hace reinar Europa, el mundo, el trofeo por antonomasia. Los blaugranas, en la era Messi, en la era del mejor jugador de la historia, pueden acabar sin las Champions que, por dominio futbolístico, se merecían. Y es que, para dejar las lecturas claras, el fútbol, y sobre todo a partido único o a eliminatorias, no siempre premia al que se lo merece, y la Champions es fútbol llevado a su máxima expresión.
En perspectiva, el duopolio español, que puede extrapolarse al baloncesto, es un duelo perpetuo entre dos todopoderosos. Y observando el contexto futbolístico europeo, quizás no sea una tragedia. No hay que olvidar que en varios países europeos carecen de duopolio y viven anclados en un rotundo y monótono monopolio. En Italia, la Juventus de Turín lleva nueve años seguidos logrando el scudetto, conquistando La Serie A de calle, dominando el fútbol italiano, y el Bayern de Múnich, en Alemania, es el dominador absoluto histórico en todas las competiciones, por activa y por pasiva. Ha levantado dieciséis veces la Bundesliga en las últimas veintidós temporadas, y seis de las últimas once Copas. Es raro que el equipo bávaro pierda algún título, y si lo pierde, esa es la noticia. En Francia, el exclusivo camino del monopolio lo ha adquirido el multimillonario y billeteado París Sant German. Va a marcar registros de récord, es el dominador absoluto del fútbol francés. Ha logrado siete de las últimas ocho Lige 1, y cinco de las últimas seis Copas. Y la excepción la encontramos en la Premiere League, en donde los títulos vuelan de un equipo a otro. Una liga realmente atractiva por la apuesta que tiene por el fútbol ofensivo y por la competencia, en la que incluso el modesto y desconocido Leicester consiguió doblegar la historia, quebrando los pronósticos, logrando la utopía. La liga que hace justicia poética, la liga inglesa de hace cuatro años (2015-2016). Una azaña tan meritoria como extraordinaria y sorprendente. La liga del equipo David que vive a la sombra de los equipos Goliats.
La coronaliga es blanca
El Madrid se ha hecho con un nuevo título ligero tras realizar un final de temporada sin fisuras, sumando puntos de tres en tres, aunque su fútbol no enamora y suele tambalearse, durante varios minutos de casi cada partido, deambular sobre el alambre. Pese a las incertidumbres, y gracias al Barça más irregular de los últimos años, el Madrid consiguió campeonar una liga que estaba en rebajas; no había demasiada competencia por ganarla, no se ha visto la férrea dureza de años anteriores.
Van treinta y cuatro. La temporada de este año tan extraño, gracias a la pandemia mundial, nos ha dejado también imprevisibles escenas e instantáneas; a Sergio Ramos como capitán estelar, como un defensa regular y como un goleador nato; a Benzema destacando, con su juego más visionario que estrafalario, con una continuada clarividencia, siendo el trascendental 9 que juega de 10, corroborando una de sus mejores temporadas; a Messi copando un nuevo pichichi, siendo también un asistente marciano, dejando unos registros sobresalientes. Sigue siendo el mejor futbolista del planeta, pero eso sí, le falta la sonrisa.
Benzema se llevará, seguramente, el MVP de esta temporada, aunque es un galardón que podría compartir perfectamente con el 4 madridista; Ramos ha una hecho una de las mejoras temporadas de su vida. Al defensa siempre le ha faltado control y templanza en momentos claves. Ha cometido fallos garrafales, ha sido el defensa de primera con más expulsiones de la historia, aunque eso sí, a pesar de sus errores y sus meteduras de pata, se ha ganado el reconocimiento unánime de ser uno de los mejores defensa del campeonato y, por ende, uno de los mejores jugadores. Su capitanía, su liderazgo, su carácter, sus ganas, le dan un plus futbolístico y extrafutbolístico; si Ramos quiere ganar, el Madrid suele ganar.
El equipo blanco ha liderado una liga en la que no ha deslumbrado. Ha ganado partidos por los puntos, tirando del argot pugilístico, sin apabullar. El equipo merengue ha alimentado a su defensa de una inquebrantable solidez, a veces con tintes cholista incluso. Su juego no ha sido defensivo, estrictamente, pero sí ha prevalecido la defensa en el juego, por encima del ataque, demasiado diluido, algo que para nada forma parte del ADN del equipo que lidera y proyecta Florentino. La prueba irrefutable es Courtois. Ha sido el Zamora de la liga, un portero convertido en muro que ha salvado partidos. La mancha negativa ha sido la de Bale, que ha pasado un año sin pena ni gloria ni ganas, cobrando diecisiete millones de euros al año (una lacra económica total) por ser más golfista que jugador, y Hazard, que no se ha encontrado con el fútbol, que no ha destacado en ningún partido, algo que no es achacable exclusivamente a las lesiones. Y Zidane, de nuevo, que a pesar de las tiranteces con James y Bale, ha sabido rescatar a un equipo desarmado, desectructurado, darle su toque efectivo, más en lo anímico que en lo táctico, que el equipo gane una liga por merecimientos. Aunque varios de los penaltis, de los últimos partidos, que le han pitado a favor del Madrid (y para esto no hace falta ser madridista, solo neutral) han sido jugadas muy discutibles, alguno de juzgado de guardia. Pero el error no está en el VAR, está en cómo funciona. Con todo, el VAR, a pesar de las jugadas grises, imparte justicia. Si bien, hay muchos roces con piscinazos que a cámara lenta parece un penalti escandaloso de libro, y no. Hay que naturalizar el fútbol.
El Barça, que despidió a Valverde liderando, se queda con un segundo puesto, en la corta era Setién, que sabe a fracaso. Después de ir a la cabeza prácticamente todo el campeonato perdió puntos vitales en las últimas jornadas. La sensación es que han tirado la liga y que Setién no ha sabido implantar sus ideas. El Barça no juega bonito, y los equipos de Setién suelen firmar un fútbol vistoso. Al Barça le ha faltado garra, motivación. Un asunto más psicológico que futbolístico. Y con lo que ha demostrado últimamente, la Champions le queda grande. El técnico cántabro lidia con varios problemas y lo único que se palpa es que el vestuario no va a luchar por él. Y los medios tampoco, porque le han tirado desconsideraciones y hachazos desde el minuto cero. Sería un pelotazo que el Barça ganara la Champions, que no se le atragantase, pero en el fútbol nunca se sabe. Siempre hay partidos en los que sobresale las incertidumbres.
El Baskonia contra la lógica
La Liga ACB ha cerrado esta temporada 2019/2020 extraña y distópica. Los últimos partidos a puerta cerrada nos han llevado al baloncesto real, sonoro. Nunca se ha escuchado el baloncesto desde dentro. Nunca el baloncesto ha estado tan desnudo. Aunque es indiscutible que la presión de un público efervescente juega un rol vital.
Una temporada marcada para siempre con el asterisco de la covid-19 que nos deja un campeón sorprendente, que no inédito; el Saski Baskonia.
La fase final exprés nos llevó a escenarios atípicos e impredecibles. El formato elegido por la ACB fue la de colocar en la línea de salida a los diez primeros clasificados de lo que se llevaba de temporada. El lugar, Valencia, como burbuja anti-covid, la cancha del Valencia Basket como epicentro del baloncesto español. Los diez equipos se distribuyeron en dos grupos de cinco equipos cada uno, en un formato de todos contra todos a una vuelta. Los dos primeros de cada grupo pasaban a una final a cuatro.
Para empezar, el Madrid. Sus dos impertinentes tropiezos provocaron, aparte de la ira, que Laso y compañía se comieran la final a cuatro por la tele. Era el gran favorito, aunque fuera segundo en lo que se llevaba de liga. Quedó fuera por merecimientos. No transmitieron buenas sensaciones y el formato les perjudicó. Con los playoffs clásicos, habrían tenido más tiempo para remendarse y rearmarse. Se le vio falto de ritmo y de acierto. Campazzo brillaba un día, pero se oscurecía al siguiente, y las rotaciones no funcionaron. Tras tropezar sorprendentemente con Burgos (87-83), cavó su propia tumba con el total descalabro frente al Andorra (91-75), frente a un equipo sin aspiraciones, a priori, cenicienta. El resultado fue, más que un baño de humildad, la sólida constatación de que el Madrid estaba completamente apático, desdibujado. Por su parte, el enemigo blanco número uno, el Barcelona, que fue una apisonadora, y que apuntaba al título, se quedó con la miel en los labios. Fue el equipo más centrado, solo perdió la final, el partido crucial, y uno de los nombres claves, Mirotic, el MVP de la temporada ACB, realizó uno de sus peores partidos de su vida.
El Baskonia, que lastraba una temporada renqueante, con un balance de Liga y Euroliga para olvidar/tirar por la ventana, y con una destitución de entrenador mediante, aspiraba a soñar, a ganar, a sellar un digno papel. La llegada de Dusko, y un formato de partidos sin retornos, que le ha favorecido, aupó al equipo vitoriano a los laureles. Campeón a pesar de partir con el sétimo puesto en la clasificación general.
Para nada hay que quitarle mérito. La liga es de Dusko y sus pupilos. La liga ACB del 2020 es de Vitoria. Aunque, sin duda, la competición exprés, propició que saltara la sorpresa.
BS
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