El Retrovisor (IX)
No diga Rollan Garros, diga Rafa Nadal (XII)...
y recuerde que peleó (Ferrer)
En el tenis, ganar un Gran Slam es la proeza máxima. Un destino privilegiado al que solo llegan los elegidos, un puñado de ellos. Grandes tenista se han quedado a las puertas. Ferrer, The Wall, uno de los mejores tenista españoles de la historia se ha quedado con la miel en los labios en varias ocasiones. Se retira sin haber tenido, en su caso, la suerte, de haber levantado uno de los cuatro galardones del tenis universal. Porque lo ha merecido. De hecho, ha sido catalogado por unanimidad como el mejor tenista de la historia que nunca ha ganado uno de los cuatro grandes. Ferrer puso punto y final en Madrid, con los suyos, a una carrera extraordinaria a la que no se puede poner ningún pero.
y recuerde que peleó (Ferrer)
En el tenis, ganar un Gran Slam es la proeza máxima. Un destino privilegiado al que solo llegan los elegidos, un puñado de ellos. Grandes tenista se han quedado a las puertas. Ferrer, The Wall, uno de los mejores tenista españoles de la historia se ha quedado con la miel en los labios en varias ocasiones. Se retira sin haber tenido, en su caso, la suerte, de haber levantado uno de los cuatro galardones del tenis universal. Porque lo ha merecido. De hecho, ha sido catalogado por unanimidad como el mejor tenista de la historia que nunca ha ganado uno de los cuatro grandes. Ferrer puso punto y final en Madrid, con los suyos, a una carrera extraordinaria a la que no se puede poner ningún pero.
A Ferrer nadie le ha regalado nada. Su tenis peleón, habría estado vacío sin el sacrificio. Ha sido un tenista con garra, actitud, honestidad. No se le puede infravalorar. Ha llegado a estar en el top tres en el ranking mundial de la ATP. Ha vivido y ha sobrevivido en el tenis en una época rocosa, vertiginosa, impropia, inhóspita, colmada de salvajes dioses de la raqueta. Se ha codeado con Federer (el jugador más virtuoso, técnico y exquisito de la historia), Djokovic (potencia y maestría), Nadal (el rey/dragón de la tierra batida). Nunca en este deporte ha habido tanta competencia y tanta genialidad junta. Ferrer ha tenido el privilegio y la desgracia de enfrentarse con jugadores legendarios, de un nivel supremo, incandescentes. Pero Ferrer ha sido un jabato, un currante, un señor. Y por encima de los laureles y el oro, lo que siempre queda, lo siempre quedará, que es lo más importante, donde todo cobra valor y sentido, es la persona que queda detrás de las luces y los aplausos, la profesionalidad, saber ganar, y sobre todo, saber perder. El deporte tiene sentido con deportividad, con humildad. Ferrer ha sido un ejemplo colosal. Los endiosados del deporte, en un sinfín de casos, acaban por ser una caricatura. Ferrer siempre tiene los pies en la tierra.
Ferrer ha conseguido, entre otros tantos, ser finalista de Rollan Garros. Le podrá contar a sus nietos que cuando era tenista profesional le ganó a Nadal en seis ocasiones, que no es poco. Y que en Rolan Garros, fue subcampeón, porque el campeón de campeones, Rafael Nadal, no le dejó. Podrá contar que se vio las caras con Rafa Nadal, con aquella leyenda, con el mejor tenista de la historia, en una final en tierra batida.
Y como quien compra huevos en el supermercado Nadal se llevó la duodécima ensaladera este verano, se la volvió mostrar al cielo renegado de París, que se lleva las manos a la cabeza, que no da crédito. Doce veces. Rollan Garros es Rafa Nadal. Son sinónimos.
El manacorí desquició a Thiem en el primer set. Tras cuatro sets, el partido acabó con un final esperado, previsible, lógico. Los dos últimos sets discurrieron cuesta abajo para Nadal, apabulló con su derecha, buscando insistentemente el revés de Thiem. Nadal jugó los dos últimos sets con comodidad. Le valía con mostrar un tenis consistente, equilibrado. Thiem ya había dejado sus brazos y su tenis en el suelo, se veía incapaz, la frustración se apoderó de él, y se fue precipitando más y más conforme pasaban los minutos. Parecía preguntarse ¿para qué pelear si tengo una derrota segura?
El manacorí desquició a Thiem en el primer set. Tras cuatro sets, el partido acabó con un final esperado, previsible, lógico. Los dos últimos sets discurrieron cuesta abajo para Nadal, apabulló con su derecha, buscando insistentemente el revés de Thiem. Nadal jugó los dos últimos sets con comodidad. Le valía con mostrar un tenis consistente, equilibrado. Thiem ya había dejado sus brazos y su tenis en el suelo, se veía incapaz, la frustración se apoderó de él, y se fue precipitando más y más conforme pasaban los minutos. Parecía preguntarse ¿para qué pelear si tengo una derrota segura?
Poco se le puede reprochar a Thiem, quien exprimió todo el tenis que tenía en sus manos. Peleó el partido, peleó el primer y el segundo set. Pero jugar con Nadal a cinco set en tierra batida es un "vivir para contarlo", un "David contra Nadal", con la diferencia de que Goliat tenía un punto débil... Nadal no. Le faltó paciencia, temple, psicología, al austríaco. Alex Corretja en la retrasmisión comentaba y argumentaba con acierto que Thiem es un candidato fiable y firme para ser un futurible ganador de Rollan Garros y de varios Gran Slams. Es un jugador con madera. Nadal, aún, son palabras mayores.
Nadal hace tiempo que entró por la puerta grande de la historia del deporte. Hace años que el tenis no le debe nada, sus cuentas están saldadas, podía haberlo dejado, sobre todo por los dolores y las extenuaciones. Pero se niega a cerrar los últimos capítulos. Le han dado por muerto varias veces, y eso le ha dado más fuerza. Ahí sigue, callando bocas, ganándole el pulso al tiempo. Empezaban a darle por acabado después de caer en Madrid (con el propio Thiem), Barcelona y Roma. Los torneos de tierra batida en donde Nadal nadaba como pez en el agua. Pero el torneo parisino es otra historia, es a cinco sets, y hay que desenfundar tenis de debajo de la tierra, de las zapatillas, de las piedras, para ganarle a Rafa en cinco sets. Hay que sudar la gota gorda.
Hace unas semanas escribí que Nadal, tras pasar las semifinals del Open de Australia, tenía todo el derecho del mundo a perder, porque ya lo ha conseguido todo, y como ocurre con Federer, verlo jugar es un gusto. Como ocurría con Ferrer. Hay tenistas, deportistas, que siempre te dejan mensajes velados entre líneas, entre golpeo y golpeo. Nadal es uno de esos, al igual que Ferrer. Y cuando uno lo da todo puede tener la cabeza alta en la derrota. La mejor señal de todas.
Hace unas semanas escribí que Nadal, tras pasar las semifinals del Open de Australia, tenía todo el derecho del mundo a perder, porque ya lo ha conseguido todo, y como ocurre con Federer, verlo jugar es un gusto. Como ocurría con Ferrer. Hay tenistas, deportistas, que siempre te dejan mensajes velados entre líneas, entre golpeo y golpeo. Nadal es uno de esos, al igual que Ferrer. Y cuando uno lo da todo puede tener la cabeza alta en la derrota. La mejor señal de todas.
Las idas y venidas del mercado
La próxima temporada de la NBA será una de las más emocionantes e impredecibles. Hay una multitud de equipos con avales, candidatos al anillo. Algo nunca visto, al menos con este nivel, con esta categoría. La hegemonía de los Golden State Warriors queda en entredicho por primera vez desde que el dueño y señor del triple es Curry. Al showtime de los Warriors de SF, el equipo que juega y mueve la bola como si de seda se tratase, le salen al paso. Al equipo de La Bahía, que ha arrasado durante el último lustro sin miramientos, se le ha multiplicado la compentencia, una férrea competencia que ya se otea en el horizonte. Y es que el mercado de fichajes ha dado muchos giros, muchas vueltas, con algunos bandazos y piruetas finales inesperados.
El gran fichaje, por lo baloncestístico y por lo rimbomante, ha sido el de Anthony Davis. La apuesta fallida de los Lakers en el marcado invenal, que dejó a Magic Johnson en calzoncillos, en el desfiladero, fuera de los asientos de los tejemanejes de la franquicia argelina, llegó a su fin; La Ceja le ha dado el "sí quiero" a Los Ángeles y jugará en los Lakers. Los de LeBron se hicieron definitivamente con uno de los jugadores más codiciados de la liga. Un jugador que es firme candidato al MVP y a ganar lo que se le ponga por delante. Davis tiene un futuro prometedor. Jugará junto a James, al que todavía le quedan galones, foco y gasolina, y sobre todo, baloncesto, para ganar un anillo más, para reinar una vez más. LeBron cumplirá el próximo mes de diciembre 35 años, es consciente de que le quedan pocas balas en la recámara, y entre bambalinas, ha hecho todo lo que ha estado en su mano para construir un Lakers campeón, y quién sabe si hegemónico.
Los Lakers se han deshecho de sus futuras promesas, aunque han salvado a Kuzma de la quema. Lonzo Ball y compañía han puesto rumbo a nueva Orleans. Allí se encontrarán con el drafteado Zion Williamson y además, la franquicia de Luisana dispondrá de las futuras rondas del draft de los Lakers. Han perdido a un jugador total (que no quería seguir en el equipo) que puede marcar época (y los drafts no siempre dan lo que se espera). Lakers ha hipotecado el medio plazo por Davis y LeBron.
Sin embargo, la historia no acaba aquí, porque con la red de arrastre del mercado los hollywoodianos han conseguido pescar al pivot DeMarcus Cousins y a Danny Green. Cousins busca por encima de todo un anillo. Ficha de nuevo por el mínimo y en una situación parecida a la de la pasada temporada. Si bien, vio su temporada truncada, en lo personal por las lesiones, y en lo colectivo por perder las finales contra los Raptors. Sus deseos se truncaron. Junto a Cousins, un escudero de lujo, Danny Green, uno de los jugadores más destacados de los campeones Raptors. Habría que sumar al temperamental Rondon que puede asumir aún protagonismo.
Con los astutos movimientos de los californianos, que llevaban años gobernados por el caos, la fatalidad y los malos resultados, han construido un plantel con un tremendo big three (LeBron, Davis y Cousins). Una gran jugada, a priori, ya que los Lakers de los útimos años eran una banda disparatada, un equipo sin compromiso, y el nuevo quinteto amarillo cuenta con arsenal suficiente para asaltar los cielos de la NBA. El único pero es que los Lakers no cuentan con una filosofía de juego y de equipo definidos, y será indiferente el entrenador y el staff técnico.
Los Lakers se han deshecho de sus futuras promesas, aunque han salvado a Kuzma de la quema. Lonzo Ball y compañía han puesto rumbo a nueva Orleans. Allí se encontrarán con el drafteado Zion Williamson y además, la franquicia de Luisana dispondrá de las futuras rondas del draft de los Lakers. Han perdido a un jugador total (que no quería seguir en el equipo) que puede marcar época (y los drafts no siempre dan lo que se espera). Lakers ha hipotecado el medio plazo por Davis y LeBron.
Sin embargo, la historia no acaba aquí, porque con la red de arrastre del mercado los hollywoodianos han conseguido pescar al pivot DeMarcus Cousins y a Danny Green. Cousins busca por encima de todo un anillo. Ficha de nuevo por el mínimo y en una situación parecida a la de la pasada temporada. Si bien, vio su temporada truncada, en lo personal por las lesiones, y en lo colectivo por perder las finales contra los Raptors. Sus deseos se truncaron. Junto a Cousins, un escudero de lujo, Danny Green, uno de los jugadores más destacados de los campeones Raptors. Habría que sumar al temperamental Rondon que puede asumir aún protagonismo.
Con los astutos movimientos de los californianos, que llevaban años gobernados por el caos, la fatalidad y los malos resultados, han construido un plantel con un tremendo big three (LeBron, Davis y Cousins). Una gran jugada, a priori, ya que los Lakers de los útimos años eran una banda disparatada, un equipo sin compromiso, y el nuevo quinteto amarillo cuenta con arsenal suficiente para asaltar los cielos de la NBA. El único pero es que los Lakers no cuentan con una filosofía de juego y de equipo definidos, y será indiferente el entrenador y el staff técnico.
Otro de los culebrones del verano lo ha protagonizado Kawhi Leonard. Los rumores situaban al jugador más destacado de las Finales de este 2019 en los Lakers o siguiendo la estela triunfadora de los Toronto Raptors con los que ha logrado la increíble machada, la de conquistar el primer anillo para el equipo de Canadá, en una final en la que dejaron a los Warriors sin opciones (4-1). No debemos olvidar que la apuesta que realizó el equipo canadiense por Leonard fue más que arriesgada porque su último año en los Spurs fue traumática, para olvidar, por las lesiones y por un sinfín de situaciones extrañas y extraordinarias que dio lugar a la contaminada situación entre franquicia y jugador, envueltos en la desconfianza y en la frialdad, por ambas partes, y que propició el cambio a la desesperada por DeMar DeRozan (Toronto decapitaba a su jugador franquicia por un Kawhi que venía con su última temporada en blanco). Pero ni lo uno ni lo otro. Seguramente los mayores condicionante han sido que la pela es la pela y que Leonar quería volver a toda costa a California; Leonard jugará en los Clippers, junto a Paul George. Se quedará en el equipo de Los Ángeles durante las próximas cuatro temporadas. Deja para la hemeroteca de Toronto la canasta ganadora y crucial de Leonard contra los 76ers en las semifinales de conferencia.
Los Raptors quedan triturados, sin su MVP de las finales, dolorasamente desmantelados. También han perdido, para mal de males, a otra pieza clave, a Danny Green. La franquicia ha sufrido en sus carnes un verano cargado de desaliento, con las fugas de parte del elenco principal. Pero el campeonato de este año, eso, no se lo quita nadie. Los Raptors se quedan con Ibaka, Gasol y compañía. Cuentan con capital humano suficiente para realizar un buen papel sobre el parqué, pero será muy complicado que repitan el papelón de este año. Ellos se han mermado y la competencia se ha agigantado.
Los Raptors quedan triturados, sin su MVP de las finales, dolorasamente desmantelados. También han perdido, para mal de males, a otra pieza clave, a Danny Green. La franquicia ha sufrido en sus carnes un verano cargado de desaliento, con las fugas de parte del elenco principal. Pero el campeonato de este año, eso, no se lo quita nadie. Los Raptors se quedan con Ibaka, Gasol y compañía. Cuentan con capital humano suficiente para realizar un buen papel sobre el parqué, pero será muy complicado que repitan el papelón de este año. Ellos se han mermado y la competencia se ha agigantado.
Los Brooklyn Nets han sido otros de los equipos que han puesto la NBA patas arriba. Han jugado bien sus bazas. Se han hecho con Irving y con la superestrella Kevin Durant, que estará en las filas neoyorquinas durante las próximas cinco temporadas. Será uno de los jugadores mejor pagados de la NBA. Durant se rompió el tendón de aquiles en las Finales de la NBA y la próxima temporada, prácticamente, se la pasará en el dique seco, sin ver aro. Si el equipo consigue competir sin él y consiguen llegar de nuevo a los playoffs, para entonces, para marzo-mayo del 2020 podría estar listo Durántula. Por su parte, los GSW no solo han perdido al súper all-start KD, también han perdido a DeMarcus Cousins e Iguodala. La franquicia de San Francisco se quedó sin el anillo por las lesiones (Durant, Cousins, Klay., Iguodala..). Todo lo que podía salir mal, salió mal; la Ley de Murphy hizo acto de presencia como nunca antes para los de Kerr. El súper equipo no obtuvo recompensa, pero es un equipo que sabe a lo que juega, cae con dignidad, tiene corazón y al jugador que ha revolucionado el baloncesto en los últimos años; Don Stephen Curry. Se han reforzado con el díscolo D'Angelo Russell. Un jugador que la pasada temporada se encumbró para liderar a unos sólidos Nets. No tapará el tremendo hueco baloncestístico que deja sobre todo Durant. Russell tendrá que ser un jugador menos egoísta, de equipo, asumir un rol más secundario para aportar y sumar al juego orquestado de los Warriors, para hacerlo candidato al anillo.
Poco más nos queda por contar y retomar. El MVP de la temporada lo ganó justamente el griego Antetokounmpo y el ROY del año fue merecidamente para el esloveno Doncic. Aunque yo habría apostado por La Barba como MVP, he de reconocer que la importancia en el juego, tanto en lo colectivo como en lo individual, como en lo defensivo y ofensivo de Anteto para con los Bucks, ha sido tremenda. Los Bucks han sido el mejor equipo de la temporada, con un balance de 60-22, y por descontado que la figura de Anteto, su participación, ha tenido más peso e influencia que el juego anotador de Harden, que promedió 36 puntos por partido, una auténtica barbaridad, aunque los Rockets no pudieron pelear con holgura en los playoffs e hicieron una temporada regular muy irregular. Los Bucks vuelven a aspirar al anillo la próxima temporada, aunque quizás necesiten del aporte de otro gran jugador para los playoffs en el mercado de invierno. Los Houston se quedan sin Chris Paul y han fichado a Westbrook, en un movimiento que tiene mucho de sinsentido, ya que es un puesto que tienen sobradamente cubierto con Harden. Westbrook volverá a compartir vestuario con Hardem, aunque esta vez el papel principal de la franquicia recae en La Barba.
Lo único que tenemos claro es que la próxima temporada de la mejor liga de baloncesto será (apunta maneras para ello) de las más emocionantes de la historia.
B S
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