Tiempo al tiempo


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Tiempo al tiempo

Hace unos años existían hordas baloncestísticas, e incluso periodistas y ex jugadores, que afirmaban con una rotundidad pasmosa que LeBron James no sabía jugar al baloncesto. Aún quedan desquiciados, hileras de renegados, que, aunque sucumben ante una realidad que les pone los pies en el suelo, y les pinta la cara, siguen disfrazando sus argumentos con mucho ruido. Ahora somos muchos, los que tras las dudas y reticencias iniciales, sobre un jugador intratable, que desde sus inicios estaba magnificado por la prensa y por sus fanáticos, hemos dado paso al reconocimiento de los méritos. No hay debate. Ya podemos dejarnos de lindezas y batiburrillos, de filosofía barata; LeBron es un excelso jugador, con un alma de líder, con una mano, una muñeca y una inteligencia que le permite jugar en varios roles, en varias posiciones. No solo juega, también sabe leer el juego y no se arruga en los momentos importantes.

Y es que a estas horas, Cleveland está en la final de la NBA por LeBron. Los Cavs han sido campeones de conferencia por él. Y, seguramente, aquí acabe el milagro, por varias razones. Ya fue toda una proeza dejar a los Toronto Raptors en la cuneta, sin respuesta. Con los Boston Celtics, más de lo mismo, los Cavs se impusieron 3-4 en una final que tuvo que irse al séptimo partido. Las Finales de Conferenciaes, en el este y en el oeste, han sido duelos fratricidas. Ambos se han resuelto en el último asalto. Pero amigo, a pesar de todas las estadísticas individuales de LeBron, el baloncesto es más que una portentosa figura individual, y en el horizonte de las Finales de la NBA, esperan los Golden States Warriors, palabras mayores.

GSW conforman el equipo de la década, sin discusión, con un extraterrestre como Curry, que ha cambiado el baloncesto, triple a triple, y con escudero de máximo nivel como Durant, que puede reventar los partidos y dejarte fino filipino en el instante en que salga la raza a flote. La gran final de la NBA, este año, han sido las Finales de la Conferencia Oeste, el cara a cara de los Warriors con el mejor equipo de la temporada, los Houston Rockets, que casi les dan el susto. Estuvieron cerca, pero no… Los Warriors pueden perder fuelle en la temporada, por desidia, pero si se arremangan en los playoffs, siguen siendo casi imbatibles, mundo aparte.

Los Cleveland Cavaliers atesoran a LeBron y paremos de contar. Ni Love, ni Thompson, ni Hill, ni Smith, le hacen sombra. Además, los Cavs, como equipo, pecan de irregularidad en el juego, no saben gestionar las defensas, y si LeBron tiene un mal día, o un día regular, simplemente, nadie acude al rescate. Tienen peor equipo que el año pasado, cuando los Warriors los barrieron con un parcial de 4-1. Los Warriors cuentan con dos titanes, como lo son Curry y Durant, y además, Klay Thompson, Iguodala y Draymond Green, que pueden tirar de galones. Los GSW, en definitiva, tienen un quinteto letal. LeBron, por su parte, cuenta con jugadores que están un escalón por debajo. Eso le da un mérito tremendo a lo que han conseguido este año, sin Kyrie Irving. Desplegado el dosier de acciones, contradicciones y contraindicaciones, los Warriors, si todo sale bajo lo previsto, e incluso con algunos imprevistos, pueden poner un 4-0, perfectamente, si se lo proponen.

El baloncesto es un deporte de equipo, sin embargo, los números del apodado The King, esta temporada son una vez más de MVP. Seguramente, este año quedará en la recámara, en la lista de espera, porque James Harden, de los Houston Rockets, La Barba, ha hecho una temporada meteórica, y él y su equipo, han estado muy cerca de quitarle el pedestal a los Warriors.

Con todo, y a pesar de que va a quedar, una vez más, en la cuneta de las Finales de la NBA, LeBron James es un jugador que es leyenda viva, que come en la mesa de los más grandes de la historia del baloncesto. Cada vez está más cerca de Michael Jordan, casi codo con codo, casi le mira de tú a tú. Jordan sigue sentando en el trono... pero quién sabe... Tiempo al tiempo.

BS

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