Tumbado en mi moqueta azul
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Tumbado
en mi moqueta azul
Para
empezar, Anni B Sweet era una especie de cantautora de corte indie, de Málaga. No está muerta, que conste, a pesar del uso del imperfecto. Canta
en inglés, sin acento. Esto no va con segundas. Volviendo al nudo; la mayoría de las canciones de ABS, en Start restart undo, en su primer LP, entraron dentro
de lo que tradicionalmente se ha catalogado como pop-folk indie; guitarra y
voz, sin aspavientos. Un nuevo estilo en donde predominó la mesura, la sobriedad, la melodía amable. En ese momento, sumerge de la nada una audaz predilección por esta reinvención, por esta actualización 2.0, de la canción de autor. Dos ejes fundamentales: una guitarra rítmica española/acústica (1) que se acompasa a una voz
aterciopelada, una voz sin extravagancias (2) ni florituras. No hay alardes. Con los años, ABS cambiaría la frecuencia con la participación de sonidos milenianos.
En
el 2010, en la Fnac de Sevilla, me pillé el disco de Start restart undo (2009). Hay miga detrás de la transacción. Yo no conocía
a Anni B Sweet, pero la portada del disco, en blanco y negro, una especia de xilografía
en donde aparece su cara, con una sutil sonrisa, y su larga melena negra que se
ramifica en unas ramas con hojas y en un búho, me capturó. Una portada llamativa. El caso es que
aquella imagen era clavada, inquietante e irremediablemente, a la cara de mi novia de por entonces. Una instantánea mítica. Me
dejó, para bien, catacroque. Demasiada casualidad, pensé. Hay pocos motivos por
los que comprar un disco, y este es uno de los más atípicos, supongo. No me
tiré a la piscina sin más, escuché el disco antes de comprarlo y me transmitió
buenas vibraciones.
El
disco, ya con más distancia, con más años encima de la mesa y de la encimera, y
sin la carga de subjetividad de entonces, en términos generales, no me parece
gran cosa, no me atrapa demasiado. Salvo, y he aquí el quid de la trama, “Tumbado
en mi moqueta azul”. Es el único tema con la letra en español y por el que tengo una atracción especial.
Al primer disco de ABS le faltó pegada, condición, magia. También madurez musical, en un sentido panorámico. En el 2012,
lanzaría Oh Monsters! con sonidos más
robustos, eléctricos y experimentales. Más banda, más ecléctico, más sintético, más rockero
y ambiental. Y en el 2015 vio la luz Chasing
illusions, que sigue la estela, con cierta transición, de su anterior trabajo.
Comparte universo con Russia Red, por ejemplo, que con "Cigarettes" abanderó esta nueva ola (un pelotazo que aparecía por doquier, que inundó los rincones, las calles, allá por el 2008). Este estilo desenchufado se convirtió en tendencia. Salieron hordas de snobs de debajo de las piedras dando la tabarra también.
Comparte universo con Russia Red, por ejemplo, que con "Cigarettes" abanderó esta nueva ola (un pelotazo que aparecía por doquier, que inundó los rincones, las calles, allá por el 2008). Este estilo desenchufado se convirtió en tendencia. Salieron hordas de snobs de debajo de las piedras dando la tabarra también.
Como casi todas sus compañeras de esta nueva cuña musical, ABS, hace las canciones en inglés. Un inglés que me resulta neutro, sin trascendencia, lo que le
confiere una extraña frialdad debido al estilo de música de ritmos lentos o de medio
tiempo. En
mi caso particular, las letras son parte crucial de las canciones, y sobre todo,
tomando en consideración que Anne B Sweet parte, en Start restard undo, de un rollo pop desenchufado, con motas de folk, intimista, que no tiene piernas para
levantarse. El inglés no posee la misma pegada que el español, en ese contexto.
Sus melodías tienen un carácter anglosajón con el que no acabo de conectar del
todo. Además, suelo tener una extraña neura, frecuentemente, ya que creo que muchos
artistas escriben en inglés porque no saben o no pueden escribir dignamente en
español. Se escudan en un inglés de corta y pega, de versos y palabras sin
dinamismo, sin ambición, en un intento vacuo de ofrecer una falsa vanidad de
internacionalismo, algo que acaba por ofrecer un descrédito mayúsculo, una paparruchada, sin medias tintas.
El mundo está atestado de canciones de medio pelo, always happy, always smiling, the lights and the blue sky / always far away, without you, the blue lights, the sad face, que solo sirven para para promocionar los anuncios de la Fanta. Y no queremos eso.
La gente es libre de hacer las tropelías que considere oportunas, en cualquier caso. Opinar es fácil, crear es otra cosa.
Sin
embargo, dejando a un lado los palos y disparos, “Tumbado en mi moqueta azul” fue un tema que mantuve muy ligada a una
época de mi vida, a ella. Me aprendí los acordes con la guitarra y fue uno de
los temas más aporreados, cantados y escuchados de aquel verano universitario. Eso
no tiene precio. La letra tiene su encanto. Ayer, por los avatares que fuere, alguien habló de ese
tema, sin que viniera a cuento. La magdalena de Proust reventó.
Hoy es el día de año nuevo y tengo unas placas
en la garganta que me impedirían pasar cualquier control rutinario de metales en el aeropuerto. Empezar con mal pie, pero con buena música.
Hemingway
escribió que “el mundo es un buen lugar por el que merece la pena luchar”. En el final de la película Seven, Morgan Freeman, que interpreta al
genial y nihilista detective William Somerset, cita la frase, y añade: “estoy de
acuerdo con lo segundo”. No he encontrado mejor final posible.
A vivir, ñus.
B S
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