Los Restos del Polvorín

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Los Restos del Polvorín

 España, gracias a Mariano Rajoy, deja una Cataluña más independentista y una España más divida. España es hoy, el 2-O, la vergüenza del mundo

El 2-O nos deja muchas secuelas. Nos deja la desolación, la tristeza. Un país que da pena, que se viola a sí mismo. Gracias a la incompetencia de Rajoy, un referéndem sin argumentos ni credenciales se ha convertido en un polvorín. La defensa a ultraza de la ley y de una constitución añeja y desfasada, se ha cobrado sus víctimas, por la fuerza. Gracias a Rajoy (y a Puigdemont) hemos llegado a este lamentable estado. Más de un independentista se frota las manos con el transcurso de los acontecimientos, con las ancianas con las cabezas abiertas. No podían tener mejor bluf. Rajoy les ha servido en bandeja de la plata la mejor escena posible para alimentar sus intereses. No podían tener en contra mejor enemigo para llevar hasta las últimas consecuencias su ruta kamikaze secesionista. Los partidarios de la independencia crecerán como la espuma. Rajoy y sus secuaces son una catapulta para el movimiento. Hoy hay muchos más independentistas que ayer.

Ayer fuimos testigos de una espiral de violencia ante una votación pacífica. Gracias a la represión y brutalidad del gobierno de Rajoy, todos los tejemanejes de Puijdemont y Junqueras por hacer un referéndum ilegal y sin consenso, totalmente desacreditado (y que no iba a pasar de anecdótico, como el 9-N), se ha convertido en un día de lucha y de reivindicación máxima para los catalanes. A partir de hoy el 1-O será un símbolo independentista.

El mundo ha sido testigo: ante unas urnas y gente pacífica con papeletas, la solución del presidente Rajoy ha sido el autoritarismo, la violencia, antidisturbios y Guardias Civiles. Gracias presidente por hacer de España la vergüenza mundial.

La animadversión la ha sembrado también Puigdemont (que tiene el respaldo de una parte de Cataluña, no la mayoría) porque ha contribuido a fanatizar y a alentar a muchos independentistas, de buen y mal grado. Pero por muchas discusiones que existan sobre el referéndum, no podrá superar los golpes de las porras. Los independentistas tampoco pueden lavarse las manos, dejar en la cuneta sus responsablidades y seguir hacia adelante como si fueran los buenos buenísimos de la película. Ellos también tienen mucho que callar, que ocultar, y lo saben. Han contribuido a que dentro del estado neurótico actual en el que vive esta Cataluña bipolar (que es más plural de lo que nos hacen ver), se incremente más la tensión, aumente el racismo, un rascismo ciego. Están aflorando los fanáticos que llaman fascista, por ejemplo, a Serrat, o a Coixet, gratuitamente, con un rencor que desborda cualquier tipo de razocinio. Cataluña ya ha llegado a ese punto, que quizás se vuelva cotidiano en el futuro, en que los imbéciles se enfundan en una bandera e increpan a los demás por pensar diferente. A partir de ahora, todos aquellos que no comulgan con la estelada son fascistas en potencia, y los que comulgen con la bandera española, más de los mismo. Y para acabar de enmarañar este sindiós, resurgen por distintas ciudades del país un facherío carroñero, lapidario y minoritario, aunque ruidoso y televisado, en forma de manifestaciones seudofranquistas. 

Por suerte, hay vida más allá de esta peligrosa dualidad de conmigo o contra mí, de negro o blanco, en que muchos no entramos. 

El 2 de Octubre es el Día Internacional de la No Violencia.

B S

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