Tengan un poco de respeto. También para los rusos, por favor

Es difícil
saber si en España se ha llegado a una situación tan extrema como en Los Países
Bajos con respecto a Grecia, pero lo que sí se puede afirmar es que en el caso de
Rusia, si aún no hemos llegado, vamos viento en popa en esa dirección. En la
prensa española descalificar a Rusia se ha vuelto un lugar común. Se hace
constantemente y con cualquier tipo de motivo. Si no es para descalificar a
Rusia, simplemente no se informa. Basta con hacer una búsqueda rápida en El
País digital introduciendo la palabra «Rusia» para deleitarse con un sinnúmero
de titulares belicistas, peyorativos, doctrinales y, en definitiva, rusofóbicos.
Esa es la
Rusia que existe para la prensa española y esa es la imagen de Rusia que
perciben sus lectores. Otra no interesa. Solo así puede explicarse, por
ejemplo, que medios como El País hayan ignorado un evento que concierne
directamente a España, el Año de la Lengua Española y la Literatura en Español
en Rusia (inaugurado oficialmente el 27 de abril), porque no les interesa lo
que pueda decir Darío Villanueva sobre la cultura rusa en Moscú[2].
La Rusia cultural, uno de los países con más número de lectores de media en el
mundo, no existe en España ni en Europa. Aquí solo existe otra Rusia, y esta ha
de ser vilipendiada día a día.
La prensa
española, a la saga de la europea y por supuesto de la anglosajona, ha dado en
pensar que todo lo que se publica en Rusia es propaganda o está manipulado por
el gobierno. De ahí que no tenga ningún valor lo que allí se escribe. Como la
Rusia cultural no existe para ellos, y como deben de ignorar también que la
prensa internacional llega a borbotones a los grandes núcleos urbanos del país,
o que muchos de los principales artículos de la prensa internacional son
traducidos al ruso para que los lectores tengan acceso a ellos en internet (un
ejemplo para los incrédulos: http://www.inopressa.ru/), el así llamado «mundo
occidental» (vaya uno a saber lo que es eso) ha llegado a la conclusión de que
la inmensa mayoría de los rusos vive (oh, pobres ignorantes) en una inmensa mentira.
Esta es la única explicación, claro está, para el «mundo occidental», de que el
presidente de Rusia, Vladímir Putin, se haya mantenido tanto tiempo en el poder
y, previsiblemente, vaya a seguir haciéndolo.

¿Les parecen exageradas esas últimas
palabras? Para no cansarles les daré tan solo dos ejemplos en que la ignorancia
y el odio promovidos por los grandes medios se han manifestado explícitamente: el
primero es de un ciudadano medio español y el segundo de un reconocido
intelectual.
Recientemente,
un funcionario de la Universidad de Sevilla (de la secretaría de la Facultad de
Filología, para ser exactos) le espetó a una estudiante rusa con permiso de
residencia español, la cual había ido a solicitar su título de máster, «que era
normal que se hubiese ido a vivir a España, donde se vive muy bien, que en
Rusia la vida tenía que ser horrible». Por supuesto, esto no fue tan solo una
prueba de la «burbuja imaginaria» en la que siguen viviendo algunos
funcionarios españoles, incapaces de ver cómo viven otros conciudadanos suyos,
sino que resultó un insulto en la cara de la estudiante por la visión
catastrófica, distorsionada e ignorante que el funcionario tenía de su país.
El segundo ejemplo es el caso más triste que conozco de un
intelectual que ha perdido su capacidad crítica por la influencia de los
grandes medios de comunicación «occidentales» (esta palabra la pongo siempre
entre comillas porque no me convence). Si fuera de España le pidiesen a algún
reconocido intelectual que escribiese un artículo sobre la última reforma educativa, y para escribirlo
se fuese al Ministerio de Educación a hablar con el Señor Wert y se basase única
y exclusivamente en lo que este le dijese sobre el asunto; los rectores de las
universidades españolas y el resto de intelectuales de este país se llevarían
las manos a la cabeza por su falta de objetividad crítica, por haberse basado
tan solo en una de las partes implicadas y por dar una visión sesgada de la
realidad. Pues bien, esto es exactamente lo que hizo Mario Vargas Llosa en su
artículo «Ucrania: la pasión europea» (en El País, el 30/11/2015).

¿Que
Bulgákov es un escritor ucraniano? ¿A qué grado de sumisión ideológica ha
tenido que llegar alguien de la talla de Vargas Llosa para divulgar así las
manipulaciones históricas y nacionalistas de Kiev? Bulgákov nació en el Imperio
ruso, escribió en ruso y se alistó voluntariamente al ejercito nacionalista ruso
prozarista (el Ejército Blanco). Lo mire por donde lo mire, señor Vargas Llosa,
Bulgákov tiene tanto de ucraniano como Kafka de checo (Nota histórica: Franz
Kafka nació en Bohemia, en el Imperio austrohúngaro, era judío y escribió en
alemán).
En fin, es
obvio que cada uno puede opinar lo que quiera, pero qué menos que ser
conscientes de que ciertas opiniones, expresadas desde la ignorancia y los
prejuicios, pueden ser insultantes (véase el primer ejemplo) e incluso
peligrosas, promotoras de nuevos prejuicios e incitadoras al odio (véase el
segundo). Por otra parte, si uno va a lanzar juicios definitivos de tales
magnitudes, ¿qué menos que darle una oportunidad a la otra parte afectada e
informarse al menos de cuál es su visión de los hechos?
Al faltar
al principio de objetividad informativa la prensa española, consciente o no, está
colaborando en una campaña internacional de odio e ignorancia hacia el pueblo
ruso, su gente y su cultura. Cada vez que se califica sin más al gobierno ruso
como una dictadura autoritaria, o se afirma que es una de las grandes amenazas
para la paz, o se les compara con el Estado Islámico o el ébola, millones de
ciudadanos rusos se sienten ofendidos y agredidos. Tal vez sea necesario
recordar que esos millones de ciudadanos votaron libremente a su gobierno y,
aún hoy, lo apoyan. Ignorar este último dato y seguir fomentando la idea de que
todo el pueblo ruso vive bajo una gran campaña propagandística (como se hace a
diario, fomentando de paso la idea «Rusia igual a la antigua Unión Soviética»,
otra calumnia para los rusos) es insultarlos más y más y promover más el odio y
la ignorancia.
Por favor,
no perdamos el juicio crítico ni el respeto.
Budapest
24/05/2015
Nogales Baena
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