Lágrimas Negras

Un piano agradeciéndole a Bebo su existencia. Bebo agradecido.
_________
Lágrimas Negras



           Ayer salí a dar un paseo. El suelo estaba mojado, las nubes lo habían regado, pero... qué curioso... era una lluvia negra. Más tarde descubrí que eran Lágrimas Negras. Todo estaba tan claro como el agua negra, tan transparente que me dio pena; se apagó un piano a lo lejos, Bebo Valdés había muerto. 

Lágrimas negras es un disco sin retorno, un mejunje particular y extraordinario, duelo desatado entre el caribeño Bebo y la rota voz flamenca de Diego El cigala. Bajo los focos, supervisando, esta vez sin cortes, el director de cine Fernando Trueba. Además, como me dijo una vez , siempre que podía le admiraba las manos al gran Bebo, porque era su verdadero rey. Entre sus colaboraciones conjuntas posteriores queda la banda sonora de la película animada Chico y Rita (una autobiografía del propio Bebo) donde el genial pianista selló la banda sonora.

Cubano, aunque sería mejor decir pianista porque el piano era su vida y su todo, vivió siempre con una sonrisa y una partitura a cuesta. Salió de su isla caribeña natal cuando todavía era un mozuelo de veinte pocos, recorriendo con sus ritmos caribeños Estados Unidos y Europa. Tuvo un reconocimiento internacional de idas y venidas. Sin embargo, pasó la mayor parte de su vida artística en Suecia, en Estocolmo, tocando en bares de hoteles con clase, sin pasar desapercibido, en una esquina, sin hacer el menor ruido (porque es un concepto que no conoce). Tras Lágrimas Negras pasó a convertirse en la figura central del jazz. Los festivales acudieron a él, y no existía lugar que no quisiera retenerlo duarante un momento. Una venganza tardía del destino. El éxito lo acogió con furia, aunque Bebo Valdés se lo tomó con su filosofía: dos tragos de sonrisas, y otros tantos de sin aspavientos. 

Bebo Valdés
Recuerdo verlo en una ocasión en el Festival de San Sebastián. Recuerdo verlo subir al escenario con una fragilidad inhumana, con un andar tembloroso, inestable, confuso. Frágil como el más fino cristal, rodillas inestables y quizás doloridas, una columna doblada que no engaña a los años. Un anciano al borde del descalabro. Hasta que tras la niebla de achaques, aplausos y vítores palpas la sonrisa al fondo, la que se le dibuja. Las dudas se disipan, es Bebo. Una vez que encuentra acomodo en el asiento frente al piano, todo cambia, y entonces te muestra su magia, su show excepcional, la otra realidad, y te calla la boca a sol y playa y bahía, a mulatas y gitanos, y te la devuelve a caribe, a flamenco, a manotazos, a salsa y jazz, a blanco y negro. Como si las debilidades mostradas pertenecieran a otro cuerpo, a otra cosa, como si fuera una broma del mal gusto.

         Antes de bajarse del escenario y poner el punto final, Bebo se levantó como pudo nuevamente para dar las gracias, desapareciendo entre un océano de aplausos mientras su cuerpecillo se despedía bailando con sorna salera. Recuerdo que durante la actuación se le caía la baba en los pantalones, pero aquello no importaba porque su música sobrepasaba.

Los médicos le aconsejaron, siglos atrás, que dejara de tocar el piano, que no podría volver a tocarlo. Respondió “ni muerto”. Y así es, nunca dejó de mimar, de acariciar, de destrozar las teclas de su vida, de sus latidos, de su piano. Ahora pongo Lágrimas Negras y suena igual y distinto, desde la otra distancia. Está y sin embargo no está. Ha estado pero volverá a tocar cada vez que queramos. Que no nos asalte la duda, sus canciones seguirán sonando en cientos de rincones, y entre ellos, seguro, seguirá la sombra de su sonrisa, en deuda eterna.

B S

Bebo & Cigala - Lágrimas Negras



Comentarios

Entradas populares