Versos libres, nostalgias y pozos: 'La plenitud del vacío'
Es un libro de poesía recién sacado del horno, de enero de este todavía pandémico 2022. No conocía al autor, Masoliver Ródenas ―no he podido hacer una comparativa intertextual con su obra poética anterior―, aunque busqué información superficial y básica sobre él; barcelonés octogenario catedrático de literatura ―para ser breve―. Detrás de sus dedos y de su tintero, a pesar de mi ignorancia, se esconde una extensa bibliografía que abarca novelas, relatos, poemas, críticas y artículos en diversos periódicos y revistas.
Centrándonos exclusivamente en La
plenitud del vacío, voy a dejar a dejar algunas pinceladas ―espero que
certeras― sobre la obra. Como ocurre en la poesía desde hace unos buenos
lustros, y en La plenitud del vacío también, el verso libre, el
versolibrismo, copa las páginas. Un recurso que provoca que no exista ni medida
ni rima en los versos y que acerca la poesía a una prosa estructurada en versos.
Así que el primer motivo es este; el libro tiene un regusto actual,
de ese verso que suena a prosa y que hace que la lectura sea bastante comprensible.
El autor en este caso toca los
temas trascendentales del ser humano y del imaginario poético; el vacío como motivo principal e hilo conductor, la presencia del amor y el desamor, también la soledad, la muerte, el pasado, etc. Es interesante cómo retoma ese pasado la memoria ―la
tristeza que derraman estos temas―, y travesea con los entresijos del vacío, de
la erótica, de la belleza que irradia el cuerpo femenino, del sexo, de la floración
que encontramos en el deseo y en el sexo.
En ocasiones, además, nos
encontramos con poemas en donde se entrecruza el deseo con el pecado o lo prohibido, con un sexo y un desenfreno que es mutilado, y este lugar de contrastes se recubre con los motivos
y símbolos religiosos, algo que a mí personalmente me provoca alergia, porque
me parece un recurso recargado, reutilizado y desgastado, que ha sido, por
distintos motivos, muy utilizado en los poetas durante las últimas décadas. Creo que el
lector del siglo XXI está bastante desprendido de la parafernalia y del
imaginario religioso, y que este, así lo veo yo, no es un hecho que tengamos
presente en nuestro día a día, no es un hecho poético en nuestras vidas cotidianas, aunque es evidente
que hay un peso católico en nuestro pasado y que el autor es libre de utilizarlo si lo ve conveniente. ¡Faltaría más!
En todos los temas
universales que trata, como hemos dicho, hay un elemento que sirven de canalizador del libro, casi omnipresente;
la sensación perenne de vacío, de nostalgia y desesperanza del autor que aparecen en la
mayoría de los poemas ―aunque también encontramos poemas con un cariz positivo―.
De hecho, las palabras más explicitadas en el libro son “pozo”, “vacío” y
“soledad” ―aunque aquí me gustaría hacer una salvedad, porque creo que es
necesario discernir entre la voz del autor, del poeta, del de la persona; es
decir, la poesía es también una recreada impostura; el poeta busca hacer arte
con las palabras sobre un estado emocional, de manera subjetiva y marcadamente
sentimental, y no por ello, al escribir, está llorando lo que lloran sus poemas,
sino buscando que esa poesía tenga algún tipo de impacto, con un lenguaje
propio―.
Es un libro manejable, no abusa
de las metáforas puras, no enmaraña en los poemas lo que quiere decir con esparcimientos
conceptuales que lo llevan a un infinito abstracto. Creo que hay un caos en la
configuración del libro porque los poemas no presentan títulos y esto dificulta
su localización en el libro después de su lectura, y para colmo, para más inri,
carece de índice para ayudar a la búsqueda. Salvando esta diatriba estética y
organizativa, y centrándonos exclusivamente en el contenido del librito de poemas, como los buenos libros de poesía, hay poemas que te hacen reflexionar, que te llevan a ese estado sensorial que provoca la buena poesía, y por ello, antes de poner el punto y
final, me gustaría soltar que es un libro interesante que merece ser leído.
3,5/5
BS
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