Vistazos (XIII)


El Partido Popular, abierto en canal

Los bombazos mediáticos sobre un posible tráfico de influencia con Ayuso y su hermano, con comisiones de por medio, y sobre un espionaje orquestado para averiguarlo por parte de Casado, han dejado en el punto de mira a las dos principales figuras del PP. La encrucijada siniestra podría dejar fuera de la política a uno de los dos cabezas de cartel del partido, e incluso, no sería descabellado especular con que este desencuentro les deje a los dos fuera del panorama político. El desenlace es inminente. 

Casado, el actual líder del PP, aunque parece que tiene indicios para desconfiar de Ayuso, tiene todas las papeletas para perder, porque, para ser coherente con la limpieza de su partido debería apartar a Ayuso del mismo. Y aquí es donde Casado empieza a masticar cristal. El problema al que se enfrenta es arduo, ya que Ayuso tiene más músculo y respaldo, y parece que no importa nada que el hasta ahora Presidente del Partido Popular tuviera/tenga la razón. Ayuso ha dejado flotando que la organización de su partido le ha estado espiando, lo que demostraría que el partido es una mafia que espía a sus compañeros de partido. La presidenta de la Comunidad de Madrid, que ha privilegiado a su hermano a dedo, tiene el pueblo a sus pies, y es la que ganará, pase lo que pase, porque aunque acabe expulsada del partido, podría incluso empezar de cero, montar un nuevo proyecto político y dejar en la irrelevancia al PP de Madrid. Ayuso se pasea entre vítores por Madrid y Casado es sentenciado por los suyos por ser un líder débil y por ser ineficaz a la hora de solucionar los problemas. 

A veces todos los astros se ponen de acuerdo para que todo explote y todo salte por los aires. Ahora mismo, por ejemplo, Boris Johnson está con los días contados por sus sobremesas en plena pandemia y los medios han publicado fotos y noticias que, prácticamente, lapidan su carrera política. La noticia pudo soltarse en su momento, hace año y medio, o dos años, pero se esperó a su momento exacto de debilidad máxima, o quizás, a un momento oportuno de cambio. Con Casado y Egea al frente, parece que se ha querido soltar la liebre para salir ganando en el río revuelto, justo ahora, con las comisiones de Ayuso, después de unas elecciones regionales en donde el PP gana, pero no sale reforzado, después de un sinfín de tiranteces entre Casado y Ayuso. Después de que Casero aprobara La Reforma Laboral por error. 

La historia del desencuentro empieza hace un año y pico, cuando Casado le pidió explicaciones a Ayuso por una comisión de 280.000 que cayó en las manos de su hermano y que, además, en la empresa adjudicada, hay nombres de amigos comunes de Ayuso y su hermano, y ese amigo X común es el que le deja la cartera llena con los 280.000€ al hermano. Ayuso no explicó nada y el caso está actualmente en manos de la fiscalía. En una compra pública no puede darse nunca comisiones, y tampoco se explica muy bien, por qué una compra desde la sanidad pública madrileña, se hace con una empresa que colabora en el proceso, y no directamente. Ayuso nunca aclaró el tema. Esta trama y estos enredos entre los pasillos de Génova vuelven a poner en el escaparate el tráfico de influencia del PP de Madrid, y, la corrupción que parece está intrínsecamente vinculado a la actividad política. Casado, el PP, Ayuso, sabían que existe un contrato multimillonario que favorece al hermano de Ayuso, lo que comúnmente conocemos como tráfico de influencia. 

Primero fue Ayuso la que salió a dar la cara. Después Egea, el Secretario general del partido, apareció para dejar el terreno aún más empantanado. Casado no dio la cara en las horas más calientes y eso le deja con el papel de cobarde en toda esta película de trifulca generalizada. Al día siguiente, ambos protagonistas, Casado y Ayuso, mantuvieron sendas entrevistas con Carlos Herreras en donde solo se pudo aclarar que existen desencuentros notables y que, probablemente, han cruzado la línea de no retorno. 

Ayer, además, salieron fanáticos de Ayuso a increpar a Casado, en la sede de Génova. Le pedían su dimisión. Nombres importantes del PP, como Cayetana y Aguirre pedían también la dimisión y le acusaban de cobarde y de mala gestión. Y Feijóo, al principio pidió responsabilidades por espiar a una compañera y presidenta de partido, y luego habló de mantener la integridad del partido y usar la responsabilidad de puertas para adentro. 

Entre dimes y diretes nadie se acuerda de las cantidades desorbitadas de billetes que se ha llevado el hermano de Ayuso por comprar material sanitario. A estas alturas de partido ya hay una cabeza que ha salido rodando, la del número dos del alcalde de Madrid, la mano derecha de Almeida, un tal Carromero, que parece que está detrás de los periódicos con agujeros, de los asuntos turbios y espiatorios del PP. Casado es, ahora mismo, un líder débil, que duda, que va a perder el pulso aunque tenga razón, y que va a ser engullido por la presidenta de una comunidad autónoma que le enchufó a su hermano 280.000€.

Lo único que está claro es que la factura de toda esta barra libre verbal está por pagar, que el gran perjudicado es el propio Partido Popular y que Abascal, como comentaba Àngels Barceló en Hoy por hoy, está mirando el panorama en silencio, acariciando un gato, esperando y relamiéndose con su momento, listo para el sorpasso


La Iglesia y las alfombras y un laberinto mental infinito

Hace unos días vi la entrevista en el programa 'Todo es verdad', de Cuatro, presentado por Risto Mejide, al escritor Alejandro Palomas sobre los abusos que sufrió en su infancia. Casi nunca veo ese programa, pero hice una excepción. 

La entrevista es bastante explícita, pero creo que es la mejor manera de entender lo que sufrieron los niños y las niñas que fueron abusados, y también, sirve para entender cómo esos abusos genera unos traumas, una ansiedad, y unas secuelas inimaginables. Un laberinto mental infinito. 

Pero en la entrevista no solo se explica cómo un cura pederasta destroza una infancia, sino que ese cura pederasta siguió dando clases, y creó un clima para que el niño abusado, después de contarle a su madre lo que ocurrió, sufriera bullying. Y, para colmo, sus superiores religiosos no solo tapaban los abusos debajo de la alfombra, sino que no impedían que volvieran a suceder, y, además, le pedían a los padres del niño abusado que fueran discretos con el tema. 

La Iglesia sabe que muchos de los casos de abusos han prescrito, y que judicialmente tienen las de ganar, entre otras cosas, porque pueden hacer desaparecer la información de los curas pederastas y traspapelarlo todo. Y esto es algo inhumano, y dice mucho de los principios del monstruoso verdugo, de la institución eclesiástica. 

BS

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