El Retrovisor (VI)
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El Retrovisor (VI)
Un
nuevo éxito del balonmano
La
selección de balonmano ganó por primera vez el oro en un europeo. Proeza al canto. Veníamos de tiempos aciagos y oscuros; la selección se quedó en
territorio de nadie en el último mundial y fuera de los Juegos Olímpicos de
Río. Un varapalo tremendo. Esta vez, la historia vino de cara. Saber caer y saber levantarse.
En los campeonatos
de selecciones suelen darse sorpresas y sobresaltos. Nadie regala nada y los
favoritos no ganan por ser los favoritos. España perdió dos partidos en la fase
clasificatoria, con Dinamarca y Macedonia, y acabó jugándose el pase frente a
la última campeona del mundo, frente a Alemania, en el último partido de la
fase de grupos. Pero aquí no acaba la historia. Tras quedar segunda de grupo,
en semifinales había que dejar en la cuneta a la todopoderosa Francia, a la
figura de Nikola Karabatic. Francia es la selección que ha dominado, casi a su
antojo, durante la última década, el balonmano mundial. No había perdido un
solo encuentro en este europeo, y España le metió mano, arrolló. Una
verdadera sorpresa. En la final, paradójicamente, esperaba Suecia, que
tiene un amplio historial en los europeos de balonmano y que había perdido tres
partidos en este campeonato. Cosas de la vida. Apenas se contaba con ella. Se formó una extraña
simbiosis; los dos segundos de grupos, con tramos irregulares, llegaron a la
final, venciendo a los favoritos en la teoría.
Este
oro es una gran alegría para un deporte que se ahoga en nuestro país, que está
huérfano de apoyos. La Liga Asobal de Balonmano se está quedando un escalón por
debajo de la élite europea, y los mejores jugadores del panorama español acaban fuera del país.
Como
pollo sin cabeza
El
Madrid de Zidane volvió a meter la cabeza en el fango este fin de semana tras
empatar 2-2 en el feudo del Levante. Hace una semana celebraban una gran
victoria en Valencia, por 1-4. Parecía que dejaban aparcadas las torrenciales
tormentas, y volvían a una lluvia moderada. Ganar al Valencia era una prueba de nivel, de envergadura. Pero este Madrid está como pollo
sin cabeza; juega a ratos, cuando le apetece. Como dijo Sergio Ramos en el último empate levantino son "un cuadro". El Madrid carece de fútbol, y lo más preocupante, de ambición. Y es que hace dos semanas el Leganés le levantó
la Copa, el 0-1, con que los blancos llegaban al partido de vuelta, en el Bernabéu. Picharon. Se dio el pepinazo, y el Leganés ganó por 1-2, y entre otras cosas, dejaron al aire las vergüenzas de
Zinedine Zidane, que se confió demasiado, que sacó a un equipo repleto de
suplentes, que acabó por tirar una competición en la que no podían fallar. Zidane planteó el partido como si jugara contra un equipo de segunda división, subestimó al Leganés. Ahora se tendrán que comer la Copa con patatas. La Copa es pasado, La
Liga la tienen perdida. Y como sigan tropezando, es posible que se queden en puestos de UEFA. Aunque eso ya sería un descalabro insuperable, antológico. Les queda la Champions para curar las heridas, la última una baza. Se la jugarán al todo o nada. El Madrid, para más inri, se verá las caras con el PSG, con Neymar, Mbappe y Cavani; una final anticipada. Un
rival candidato a todo, que puede acabar por enterrar a Zidane, definitivamente. Después de un año
inigualable, de un 2017 pletórico, el Madrid puede quedarse sin títulos, en
blanco, en el fango.
A por el triplete
La alegría y las penas van por barios. Si al Madrid le va mal, es difícil que al Barcelona no le vaya ben. El
Barcelona cumple con sus obligaciones. Ganó su partido su primer partido de se semifinales de Copa con el Valencia, por la mínima, y empató con Español en La Liga, donde siguen líder, con nueve puntos de ventaja. El Barça tiene que sumirse en un agujero negro nunca visto para perder La Liga. Y tiene al alcance la final de Copa. Valverde está midiendo los tiempos, manejando
con maestría al equipo. Los últimos derbis con el Español han pasado factura; los cánticos de
los nazis borrachos contra Piqué, y las palabras de Piqué sobre el Español,
dieron la comidilla. No creo que el problema sea Piqué, el problema es que en
los estadios de fútbol entran nazis borrachos descerebrados que insultan, que
utilizan el racismo, la xenofobia y la homofobia como cánticos para agredir y para "animar" a sus equipos. Una
vergüenza cósmica en la que nadie se quiere meter. Piqué es un maestro en hurgar en la herida, en dar exclusivas y titulares; se mete en charcos de vez en cuando. Algo que ocurre, en gran parte, por decir lo que piensa, y también, por no calcular las reacciones de lo que dice. Pero, para nada, es comparable; se come hostias como panes por decir cuatro frases generales sobre política, sobre la independencia, sobre los rivales, que son una chuminada manifiesta.
El
Barcelona también desplumó la gallina, nuevamente, y ya van dos. Trajo a Coutinho, por el que el club desembolsó
170 millones. Otra locura financiera. El fútbol se irá a la mierda tarde o temprano como siga este camino. Estas burbujas millonarias no son saludables. Los culés pueden consolarse porque tienen a
Messi, y a Valverde. Messi no falla, y además, Suárez ha vuelvo a enganchar un
gol tras otro. El Barça tiene que sumirse en un agujero negro nunca visto para perder La Liga.
Nos
hemos acostumbrado
Messi merece palabras aparte. Nos
hemos acostumbrados a que un rosarino nos deleite en cada partido. Que haga del
fútbol un juego en que solo él juega, en que él determina los acontecimientos. El
director de orquesta. Y lo lleva haciendo desde hace diez años. No tiene
parangón, no tiene límite, no tiene adjetivo. El mejor de la historia. El
público del Villamarín lo sufrió en sus carnes; Messi estuvo desencadenado,
imparable, escandaloso. Deja recital tras recital, para la posteridad. Fue ovacionado por la
afición berdiblanca, porque ante la evidencia, ante la clase magistral de
finura, solo queda quitarse el sombrero y disfrutar. Ante el Alavés, enganchó una falta, que propicio, a la postre, el 1-2, la victoria.
Lo que queda por delante
Aún quedan dieseis partidos por delante para que termine La Liga, casi la segunda vuelta al completo, y el Barcelona del extremeño Valverde lidera la clasificación con una solvencia aplastante, incontestable. Tiene una ventaja utópica para estas alturas de torneo; le saca nueve al segundo, al Atlético de Madrid, que pinchó con el Girona, y que ganó por la mínima, el último fin de semana, ante el Valencia. Los che están a dieciocho puntos de la cabeza. El Valencia, que están en una fase dcadente, perdió con Las Palmas, Madrid, Barça y Atleti. Pero lo estrambótico está en los diecinueve puntos que el Barça le saca al descarrilado Real Madrid, que pinchó, nuevamente con el Levante, tras golear por 7-1 al Deportivo de La Coruña, y tras aplastar al Valencia por 1-4. Y es que hace tan solo unos meses, rebobinando en el VHS del tiempo, nos encontrábamos con un Madrid que levantaba una Supercopa, que dejaba en calzoncillos al Barcelona, con una soberana paliza, con una suficiencia que rozaba la humillación. Muchos parlantes y parlanchines del fútbol le daban La Liga al Madrid, por entonces. La Liga parecía un trámite. Los blancos levantaron la Champions, La Liga, la Supercopa, la Supercopa de Europa, y más tarde el Mundialito, antes de cerrar el año. El 2017 fue, en cuanto a títulos se refiere, la mejor temporada de la historia del equipo de Chamartín. Los merengues hicieron un temporadón. Sin embargo, el Madrid ha pasado de cien a cero, y parece que va a mantener estas subidas y bajadas durante esta temporada. En estos meses de competición, el Madrid ha quedado fuera de juego en La Liga, y ahora mismo, está en el borde del abismo, cara a cara con el Villarreal y el Sevilla, que le hablan de tú a tú, que le recuerdan, con la respiración en la nuca, en la tabla de clasificación, que tiene la UEFA a un palmo, que no pueden tirar los partidos por la borda.
Los continuos tropiezos han dejado al Madrid de Zidane sin argumentos. Se jugará la temporada en nueve días ante el PSG. No tiene remedio. Zidane, por su parte, no ha sabido manejar al equipo; continúa privilegiando a jugadores que han aportado muy pocos méritos para que tengan una titularidad tan acérrima. Los titutales están asegurados. Pase lo que pase, fracaso tras fracaso. Es el caso, por ejemplo, de un Benzema apagado, en el que Zidane confía por encima de sus posibilidades, de la ética y la razón. Quedan al descubierto también un Marcelo intrascendente, o un Kroos invisible. Además, CR, deambula con cara de póker, está en una sequía de juego y goles preocupante. Pero es el equipo, en definitiva, en términos generales, el que no arranca. Y mientras esto ocurre, en el banco, siempre, Asensio y Lucas Vázquez.
El
Atlético de Madrid ha subido el nivel con Costa, aunque la eliminación del
Sevilla, en la Copa, le deja con la UEFA como última salida,
para sacar algo de nota en esta temporada. Está lejos de disputarle La Liga al
Barcelona. Aunque peores quimeras hemos visto.
El
Valencia ha perdido fuelle en los últimos partidos. Seguirle el ritmo a un
Barcelona, que es de una fiabilidad casi absoluta, era pedir demasiado para un
equipo que venía de la tierra de nadie la temporada pasada. Marcelino está
sacando del equipo más de lo que podría soñarse a estas alturas de temporada. Quedar en posiciones de
Champions sería todo un logro para el equipo che.
Sevilla
y Villarreal parecen destinados a ocupar las posiciones de UEFA. El reto de la Champions supone, a día de hoy, dejar al Madrid en UEFA. no es un hecho imposible, pero sí sería digno de leyenda. Es un radio
de acción que, salvo hecatombe, ostenta pocas probabilidades. Al Sevilla le
queda los octavos de la Champions, con el Manchester United, palabras mayores, y parte con ventaja en la
Copa, trasel 0-1 con el Leganés. Tiene la Copa a tiro, y la Champions, es soñar. Tiene retos pendientes.
Por
la parte de abajo, en el pastel del descenso, hay cinco equipos que se lo están
jugando al todo o nada; Málaga, Las Palmas, Deportivo, Levante y Alavés. El
Málaga destituyó a Michel, y es uno de los candidatos más fiables y sólidos
para acabar en la Liga 123. Ha perdido el último duelo fraticida, por un 1-0, ante Las Palmas, en la noche de hoy. Las Palmas comienzan este 2018 un nuevo proyecto con
Paco Jémez. No será sencillo sacar a Las Palmas del pozo. Jémez se ha encontrado a un equipo destartalado, y compite como un equipo que aspira a descender.
Tiene una plantilla justita, por lo que poco que ha ofrecido en esta temporada.
El Deportivo, por su parte, ha entrado en la boca del lobo del descenso, y veremos si consigue
el oxígeno necesario para salir de las adversidades. Han contratado a Seedorf como nuevo técnico, es el tercer técnico que se sienta en el banco a dirigir al equipo blanquiazul, un equipo muy irregular que está
en un periodo de desajustes. Algo parecido le ocurre al Levante que viene cayendo en picado y se
ha metido en problemas en las últimas jordanas, aunque logró arrebatarle un punto al Madrid. El Alavés, por su parte, ha pegado un cambio radical; era un
equipo destinado a morder el polvo, de descenso seguro, y sin embargo, ha sabido subsanar los
baches. Gracias al Pitu Abelardo, que le ha cambiado la cara al equipo, el Alavés ha conseguido ganar partidos, sumar puntos,
cambiar las dinámicas.
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