Se acabó Río



Se acabaron los Juegos Olímpicos de Río. A partir de mañana volveremos a la tiranía del fútbol, a los reportajes televisivos infiltrados de anecdotarios y absurdeces. Asistiremos a minutos llenos de nada, de bazofia, de comentarios sobre el último peinado de CR, a presenciar como la corte de periolistillos se llenan la boca, hasta repeler a nuestra última neurona ―que es lista, y sale por patas― sobre las bondades del Madrid y del Barcelona. Retornarán los desinformativos de los Manolos, la chabacanería de Pedrerol ―que envenen y mantiene una audiencia estable gracias a que ha sabido convertir una tertulia futbolera en un “sálvame futbolero”, en una taberna repleta de paletos que defienden sus argumentos a soberbia abierta, todos a la vez, a grito pelao. Te daránn para elegir: Madrid / Barça. Fútbol como opio ―y lo dice un tipo al que le gusta el fútbol, pero que no soporta su tiranía―. 
Todos los deportes tienen su encanto, y en España nos avasallan con el balompié. Eso es innegable. En el día de hoy, el hecho de que Asensio haya sido titular en el último partido del Real Madrid, quedaba por encima en varios medios, a nivel informativo, de la medalla de bronce de la selección de baloncesto, o de la plata del equipo nacional de gimnasia rítmica. A partir de mañana, el atletismo, la natación, y tantos y tantos deportes y deportistas no volverán a ser noticias hasta dentro de cuatro años. Relax, entre medias, veremos veinte veces el último gol de Messi y los fallos arbitrales contra el Real Madrid.

Pero hay imágenes y nombres que pasarán a la historia tras estos Juegos Olímpicos del Cono Sur:
Phepls y Schooling

Michael Phelps concluye su vida deportiva dejando un palmarés olímpico estratosférico, con 28 metales; 23 oros, 3 platas y 2 bronces. En Río ha sumado 5 oros y una plataarrebatada por el nadador Schooling, que le dio el primer oro en natacion para su país, Siganpur, y que era fan del declarado del Tiburón de Baltimore. Corona el ranking de medallistas olímpicos, y va a tener que ver mucho, y muy fuerte, para que alguien le arrebate el imperio que se ha forjado. La polifonía de estilos dentro de la natación permite que un mismo deportista pueda compaginar varias especialidades y conseguir varias medallas. Un hecho impensable en el atletismo, o en cualquier otra disciplina.

Usain Bolt

Usain Bolt, el atleta más carismático y audiovisual que existe, soltó en su rueda de prensa, en Río, antes de sus arrancadas infernales, que estos serían sus últimos Juegos Olímpicos. Lo tiene claro. Tampoco sería la primera vez que alguien a mitad de ciclo olímpico se arrepiente, se calza las botas, y vuelve a ring, a última hora, a pelear, o, en su caso, a volar. Y ese podría ser el caso de Bolt, que ha ganado por tercera vez consecutiva, en unos Juegos, tres oros; en los 100 metros lisos, en los 200 metros lisos y en el relevo de 4 x 100. Esto no quiere decir que vaya a retirarse de inmediato, ya que competirá el año que viene en los mundiales de Londres. Luego veremos. En la fotografía podemos ver su sonrisa regia, traviesa, insultante, como, si más que correr, volara, mientras los demás corredores, atraviesan, zancada a zancada, con las caras desencajadas, mientras se desgañitan, dándolo todo, y sin embargo, nunca es suficiente. Bolt sigue siendo el hombre más rápido sobre la faz de la tierra. Su dominio ya no es aplastante como en años anteriores, cuando le sobraba media carrera, cuando disponía de tiempo para golpearse el pecho enérgicamente, chuparse el pulgar, otear la dirección del viento y pedirse un café cortao. Bolt actúa en la historia de La liebre y la tortuga, pero es una liebre que no pierde el tiempo, asola a sus rivales. Quizás Bolt intuya que cuatro años más en las piernas podrían pasarle factura, y por ello, prefiera dar un paso al costado antes que perder su supremacía. Para los Juegos de Tokio, Bolt rozaría los 34, que tampoco son tantos.

Simone Biles
Simon Biles, en gimnasia artística, dejó boquiabierto al Arena Olímpico con su escalofriante perfección con sus saltos mortales y sus piruetas inabarcables, apropiándose un suculento botín; cuatro oros y un bronce. Su compatriota, la nadadora Ledecky, se enfundó cuatro oros en los 200, 400 ―récord de mundo con 3:56,46― y 800 metros libres y relevo de 4x200 libre, y una plata en los 4x100 libre. Ambas tienen 19 años. La húngara Katinka Hosszu dominó lo 200 y 400 estilos, y los 100 espaldas. Su compatriota Danuta Kozak, a base de paladas, se llevó el gato al agua en tres ocasiones, en K1.500, K2.500, y K4.500. En ciclismo en pista, Jason Kenny se colgó tres oros, en keirin, individual y en la modalidad por equipos. Mo Farah, somalí de nacionalidad británica, reinó en las largas distancias de los 5000 y 10000 con una solvencia aplastante, reeditando los logros de Londres. La atleta etíope Ayana destrozó la marca de los 10.000 metros con un tiempo memorable de 29:17,45. Andy Murray también volvió a lograr de nuevo el oro olímpico en tenis individual. En el tenis femenino saltó la sorpresa con la puertorriqueña Mónica Puig. El japonés Uchimura dominó nuevamente, como ya hiciera en Londres, el concurso general olímpico, de gimnasia. El atleta sudafricano Wayde Van Niekerk consiguió el oro en los 400 y rebajó en 13 centésimas el récord del mundo, situando la marca en 43.03. La japonesa Kaori Icho, volvió a ganar por cuarta vez en lucha, en la modalidad de los 58 kilos. El francés Teddy Riner, por tercera vez consecutiva, se mostró intratable en el judo de +100 kilos. Neymar, en la final disputada en el Maracaná, frente a Alemania, logró marcar el quinto, último y decisivo penalti de la tanda tras un partido que acabó en tablas, 1-1 y pudo bridarle el primer oro olímpico para Brasil en fútbol. Peaty Adam, batió el récord en natación, 100 metros brazas, con 57,13; Murphy desarboló el de los 100 espaldas con 51,85; y la nadadora sueca Sjostrom batió su propio récord, en 100 brazas, con 55,48. La lanzadora de martillo polaca, Wlodarczyk batió el récord, con 82,29. En halterofilia hubo varios records del mundo; el georgiano Talakhadze, en +105 kilos, dejó la marca en 473 kilos; el levantador iraní, Rostami, en 85 kilos, dejó la nueva marca en 396 kilos; Nihat Rahimov, de Kazajistán, en 77 kilos, consiguió levantar 379 kilos, y la china Den Wei, aguantó con los 262 kilos del nuevo récord. 

Nocioni, Ginobili y Scola
Gasol y compañía
El Dream Team de Río 2016
La Selección de Baloncesto Femenino
Estos han sido los últimos Juegos para varias figuras míticas del baloncesto, y en varios casos, los últimos partidos con la selección de baloncesto de la generación dorada de España, y también de Argentina. Ginobili, y previsiblemente Nocioni y Scola, dejan la albiceleste, al igual que varios de los nuestros, que han firmado su última actuación, con nota, en unos Juegos. En nuestra bandada, presuponemos que son los últimos del extraterrestre Gasol, de Calderón, Navarro y Felipe. Una generación que en 1999 enmudeció a USA en la final sub-19. España, en el baloncesto masculino, se quedó con un bronce que sabe a gloria; conquista chapa por tercera vez consecutiva en unos Juegos ―dos platas y un bronce―. Compitió en semifinales, y cayó dignamente, contra los todopoderosos Estados Unidos (Estados Unidos 82-76 España) que ganaron el oro por abrasión, por muñeca y por músculo. Los de Scariolo no fueron aplastados por el vertiginoso equipo americano, por las estrellas de la NBA, que tuvieron que dar el do de pecho y sudar la camiseta y demostrar que saben atacar… y también defender. Fueron, una vez más, infranqueables. A los norteamericanos les sobraron incluso los últimos minutos, en los que bajaron los brazos. Y España recortó puntos en un marcador que ya estaba decantado, sentenciado. No hubo aquella igualdad vivida en las dos últimas finales precedentes, ya que los NBA no cesaron en ningún momento, fueron un martillo pilón. Destacó especialmente Clay Thompson, de los Golden States Warriors, que ametralló desde el perímetro, sumando de tres en tres ―en contraste con el desacierto de los partidos previos, y el gigantón Jordan, que estuvo soberbio en la cintura, en el rebote, y en defensa. Supieron llevar la batuta del partido en todo momento. Aunque una cosa ha quedado clara, la hegemonía del Dream Team, cada día, es más escueta. España, a falta de pan, disputó la final por el bronce contra Australia, y ganó, por un solo punto de diferencia (España 89-88 Australia), en una final de infarto, disputadísima, con un Gasol monumental ―al que echaremos mucho de menos el día que decida desertar del baloncesto―. Australia, a pesar del mazazo, tuvo la última posesión para voltear el marcador, a falta de 5 segundos. Pero Claver, en defensa, tocó lo justo para desestabilizar el ataque australiano, para que la bola corriera sin dueño en terreno baldío, sobre la mitad de pista, y era cuestió de tiempo que el cronómetro diese paso a la bocina. Australia se quedó con la miel en los labios, con el sinsabor de la cuarta plaza. Además, en el baloncesto femenino nos quedamos con la plata ―el oro de los equipos mortales―. España le disputó un cuarto a las intocables de Estados Unidos. Fue una final en las que las americanas se mostraron intratables, y así lo refleja el marcador, que en este caso no miente, no especula (Estados Unidos 101-72 España). Las americanas han galopado en todos los partidos con diferencias abrumadoras, aplastantes, y consiguen, junto al oro del equipo masculino, un doblete tan merecido como predecible.
Mireia Belmonte
Ruth Beitia

Craviotto
Marc López y Rafa Nadal















La bandera del medallero del pabellón olímpico español termina ondeando con 17 medallas ―7 oros, 4 platas, 6 bronces―, sellando la segunda mejor marca, tras la excepción de los 13 oros de cuando jugábamos en casa, en Barcelona 92. Una cobranza extraordinaria. Destacaron Mireia Belmonte que consiguió un oro en los 200 metros mariposa, un bronce en los 400 metros estilos, y un cuarto puesto en los 800 metros libres; el oro de la pareja tenística de Nadal ―que obtuvo, además, la cuarta posición en la disciplina individual― y Marc López; Carolina Marín, con su oro en bádminton ―un deporte con una competencia brutal en los países asiáticos―; la plata del hispano-cubano Orlando en 110 metros vallas; y el oro de Ruth Beitia en salto de altura, a sus 37 años, convirtiéndose, además, en la primera atleta fémina española que conquista los laureles del atletismo; Lidia Valentín se queda con el bronce en halterofilia y, a deshora, podría quedarse con el oro de Pekín, del 2008, y la plata de Londres, del 2012, por casos de dopaje. Mención especial merece el piragüismo que le otorgó a la delegación española 3 oros, un bronce, y un cuarto puesto ―conocida en el argot como la medalla de chocolate―, destacando Craviotto, con un oro y un bronce; el taekwondo, que volvió a abastecer a la delegación con una plata y un bronce; el baloncesto con dos metales; y la gimnasia rítmica, con una plata en que se atesoran largas horas de trabajo.

Los Juegos Olímpicos de Río ya se han apagado. Se mantiene en un vilo las paraolimpiadas, por falta de presupuesto. Tokio ya se prepara para tomar el relevo, para los próximos Juego Olímpicos, para el 2020, en donde, como siempre, el deporte, en todo su esplendor, con sus secuaces, y sus valores, volverán.

B S

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