Nuestra esperanza contra sus egos

Podemos aún es un proyecto joven, pero ya deberíamos comenzar a controlar el exceso de ímpetu. Que una parte de la mayoría social vea en Podemos un lugar en el que cobijarse es un hecho con posibilidades políticas de incalculable valor. El cambio está en nosotros, es nuestra esperanza. Este estímulo del que disponemos nos tiene que alentar, servir, para tomar aliento y dar el salto, para trabajar duro, formar un proyecto sólido, día a día, palmo a palmo, constante, y sobre todo, con TOLERANCIA Y RESPETO. Divergir con muchas ideas, mezclar, razonar y no sazonar, no obcecarse en propuestas personalistas proyectadas como verdad suprema. Hablamos de democracia. Los valores y los principios deberían constituir la base primordial de nuestro proyecto.
Mucho cuidado con aquellos que han estado en otras sombras izquierdistas polvorientas, renegando de la democracia, sin entender ni digerir las victorias del PP y del PSOE, basándose en los cuatro puntos históricos concretos que les convienen y dejando en el cajón extraviado el resto, los fracasos, los totalitarismos (de los cuales, todavía no han salido). Los polvorientos se aferran así a planteamientos cerrados y obsoletos de otra época aprovechando el tirón mediático y popular que ostenta Podemos, Pablo Iglesias, para subirse al carro y enarbolar sus vacíos planteamientos, a micro abierto, otra vez, con las verdades indiscutibles. ¿Qué ocurriría entonces con la vuelta de esta izquierda pulverulenta? Es simple, tropezar con la misma piedra, con otro nuevo y magistral desengaño, como ya le ocurrió a IU en otras ocasiones, o con otro naufragio como el aún reciente movimiento del 15M. No olvidemos los errores, lo que somos.
Escribo en urgencia porque veo en los Círculos de Podemos una considerable pasada de frenada; el deseo desmedido de algunos por entrar en la vida política de los pueblos y ciudades sin tomarse la pausa necesaria. Querer no es lo mismo que poder. No todo el mundo está preparado para asumir una representación como concejal, diputado o ministro. Los que están ahora tampoco, ¡ojo!, por eso, cuidado con convertirse en panfletarios oportunistas. Hay que ser honestos, para empezar, respetar a los adversarios (que no enemigos) y no caer en las absurdas etiquetas de trileros, en pintar de color facha a todo aquel que coincida con el PP, o de tildar peyorativamente de progre a todo simpatizante socialista. Dejemos eso para la taberna, si es inevitable.
Podemos muestra la alternativa, pero no una, sino la de todos, la pactada. El terreno político es un terreno de diálogo, propio para el debate. Hay que saber dejar de lado los EGOS, que tanto se inflan e inflan en las asambleas, y comenzar a ver el árbol para visualizar un poquito del bosque, que es de lo que se trata. Parar para entendernos con los demás y no estar únicamente atentos a escuchar nuestro ombligo. Podemos canaliza ilusión, cambio, apertura, nueva política; la diferencia esencial con respecto a los demás partidos hundidos en lo añejo, en lo caduco. Algunos no han entendido aún que el cambio no es la revolución impuesta, sino la transformación negociada.
Al final, no lo olvidemos, la política, en su sentido técnico, es resultado, suma, participación y pragmática. Sería ilusorio pensar que Podemos va a copar mayorías absolutas. Por eso es necesario que cada representante, cada portavoz, local o municipal, tenga las armas necesarias para conseguir acuerdos, la mentalidad abierta para comprender y rebatir. Será obligado pactar para cambiar, y eso implica darle la mano al PP, PSOE, o IU. Lo que no quiere decir que haya que renunciar a los principios o recurrir a la bajada de pantalón.
Necesitamos a representantes educados, capacitados, con unas exigencias mínimas. Un equipo con una suficiencia en política, derecho y economía. Hay que estar preparado para la guerra, y la batalla será en el país Capitalista. Sí, Podemos defiende un Estado Socialdemócrata (por si alguno sigue echado a la siesta), y sería de iluso pensar que este sistema va a cambiar. Por eso, hoy más que nunca, necesitamos a personas que sepan comunicar sin abrazarse a tópicos desgastados y desérticos. Permanecer despierto, entender que no todo el mundo está capacitado para el cargo de lo público. Ahí precisamos de sujetos con responsabilidad máxima, férrea y rigurosa competencia. Si fuimos críticos con la política actual, más aún si cabe, debemos serlo con nosotros mismos.
Emprendamos este apasionante camino sin dejar en la cuneta la humildad, la transparencia, sin girar hacia el despotismo. Es una gama de caracteres imprescindibles. Lo necesitamos para colocar a la jauría en la jaula, que no es poco.
Bruno Sánchez
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