El último redondo de Eastwood

 Colocar a Clint Eastwood en la sobremesa de una conversación cinéfila es dejar caer sobre ella un buen puñado de películas sobresalientes y quince o veinte películas notables, de alta alcurnia. La última apuesta del nonagenario, Jurado n°2 (2024), posiblemente, es una de ellas. La cabeza privilegiada y preclara que está detrás de obras maestras como Million dolar baby, Gran Torino o Mystic River, vuelve a asomarse al mundo con una historia espléndida, atrayente. Y vuelve a dejarnos pegados en la butaca durante algo más de hora y media.

Clint Eastwood ya tocó un tema similar con Ejecución inminente (True Crime), de 1999. Si bien es cierto que en Ejecución inminente vemos un caso desde el foco periodístico, una investigación periodística, y en Jurado n°2 vemos los tejemanejes de un jurado que debe deliberar sobre un caso, a priori, bastante claro, en que uno de los miembros implicados sabe toda la verdad (y nada más que la verdad) del caso. Eastwood vuelve a darle una proyección primordial a la historia; se palpa que el guion se ha cuidado meticulosamente porque se ha cuidado la evolución de la trama, nada se ha dejado al azar. Y junto a la trama, el catálogo de personajes que está cosido excepcionalmente en el relato. Nadie sobra, nada sobra.

Con este redondo el director estadounidense vuelve a meter el dedo en la llaga de la justicia del país norteamericano; vemos cómo funciona y trabaja un jurado popular con todas sus imperfecciones; cómo existe un sistema judicial desnivelado entre fiscales y abogados del Estado, por ejemplo, y abogados de oficio (trabajan más horas, con peores recursos, sin fama y con un poder de convicción limitado). Diferencias determinantes que inciden, en muchas ocasiones, en la decisión final, el veredicto. Por no hablar entre los supuestos raciales, o las diferencias entre juzgar a un pobre o a un rico. Hay guiños claros al clásico Doce hombres sin piedad. Hay también una revisión del excepcional Crimen y castigo de Dostoyevsk, porque el peso de la culpa es un leit motiv innegable e incuestionable, es la columna vertebral, en esta semblanza judicial.

Quizás sea el último broche dorado de esta maquinaria de cine que es Eastwood. Muchos críticos dudaron del potencial de Eastwood después de la floja, y algo desubicada, Cry Macho, pero con Mula, Richard Jewell y ahora con Jurado n°2, vuelve a consolidar su cine con quilates. Su último rollo de celular es una obra fantástica que atrapa de principio a fin.

BS

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