Vetusta Morla se abre al minimalismo (MSDL)

 

Vetusta Morla ha lanzado recientemente, en mayo, su última proyección musical. Un disco que es más de montaña que de bar; más de caminar descalzo por la orilla que de fuegos artificiales. Una reelaboración y reinterpretación de su último disco, Mismo sitio, distinto lugar (2017). 

Pero, por esta vez, la banda decidió darle una vuelta de tuerca y de sonido. Un trabajo experimental, con un sonido más comedido, natural, minimalista, vivo. Trae aires del pop más clásico, pero al mismo tiempo es vanguardista. El sonido está más cerca de la sinuosa tranquilidad de la hamaca que de la descarga del rock-indie. Se aleja, y mucho, de los saltos y los golpes de batería y guitarras. La propuesta destella interés. Te retrotrae a las escenas musicales de los setenta y ochenta, con notas en tecnicolor, con oasis en el pentagrama que te trasladan al rincón del chill-out. Música de Polaroid 2.0.

La banda, en definitiva (que, no lo olvidemos, trabaja con sus seis integrantes a pleno pulmón en la música de sus canciones), reinventa el MSDL (un disco que tuvo una muy buena aceptación y valoración por parte de público y crítica). En las letras no ha habido ni variaciones ni incidentes. Tampoco hay que olvidar que en la creación de las letras impera la ley del trabajo y de la indagación incesante por el verso diferente, por salir del agua poético del que bebe todo el mundo. Aunque a veces te deja secuelas; letras con un contenido abierto, indescifrable, abstracto.

Creo que habría sido particularmente interesante haber proyectado un álbum recopilatorio llevado a este nuevo esquema, a este nuevo sonido. Pero eso sería trasladarse a un universo paralelo.

El grupo, que comenzó su andadura musical por 1999 y que se presentó en el 2008 con el mejor álbum debut de una banda en el panorama musical español, Un día más en el mundo, sigue al pie del cañón, en busca de nuevas metas y perspectivas. En este confinamiento ha trabajado, con una multitud de músicos amigos, en el tema benéfico “Los abrazos prohibidos”, por y para alabar y reivindicar el trabajo de los sanitarios con esta puta pandemia.

VM se había caracterizado por recargar, matizar, con mimos, con detalles, con nuevos sonidos, sus composiciones. El minimalismo de este MSDL del 2020 rebosa una lucidez mundana. Además, fue grabado íntegramente por la banda en directo, lo que le confiere una valorable sensación de disco compactado. Se agradece la energía del grupo en acción, aunque sea, matemáticamente, imperfecta. Es la música coleteando en vida. Algo que es más difícil de apreciar en los discos grabados por pistas, que son llevados a una perfección contra naturam.

Con esta nueva ventana musical a la que se asoma, VM, en MSDL (canciones dentro de canciones), evoluciona, suma. Hay que asomarse al disco sabiendo valorar la belleza de lo simple. Con esta interpretación paralela, VM, se reta y te deja el reto a punto de caramelo. 

BS

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