Todo por el pueblo, pero sin el pueblo... 2.0
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Todo por el pueblo, pero sin el pueblo... 2.0
El Govern ha declarado la independencia, de manera unilateral, de Cataluña
Hoy
es 27 de octubre, del 2017. Junts per Sí y la CUP le han insuflado vida a la
Declaración Unilateral de Independencia, en el Parlamento de Cataluña, por las bravas. La DUI,
ese acrónimo que no existía dos semanas atrás, era el tema omnipresente de
las últimas semanas. Una declaración que se da por atajos, sin acuerdos, sin
representatividad. La parte que congrega el 48% de los votos de las últimas elecciones catalanas, ha decidido que lo que más le interesa al conjunto de la comunidad es la creación de un estado, de manera unilateral, por butrón. La matraca independentista parecía no tener fin. Una pescadilla que se
mordía la cola, siempre a un paso de darse. Un camino retroalimentado por el PP, instalado en el no y no, y que ha alimentado los despropósitos, el odio y las banderas. Con todo, la independencia se vislumbraba como un horizonte lejano, y se utilizaba como una señal de advertencia, una amenaza. Nunca se daba. Nunca se abandonaba. Se postergaba para
la semana que viene, para mañana. O se daba, pero se daba marcha atrás, se
frenaba en seco, ocho segundos después, para que todo acabara en un simbolismo
absurdo que no contentaba a nadie, pero que dejaba el show independentista
vivo, con la atención de los medios de todo el mundo ojeando este despotismo
político.
Hoy
se dio la independencia, definitivamente, en una votación secreta. A esta hora
el cava rueda de mano en mano por el Parlament, e inclusos hay personas
llorando de la emoción. Mientras tanto, en Madrid, el Senado aprueba el 155, lo
que dejará la independencia fuera de juego, en agua de borraja, aunque nunca, en estos cuarenta
años de democracia, se ha tenido que recurrir a dicho apartado de la constitución, y
por tanto, nadie sabe cómo se va actuar y qué va a suceder. Lo único que está claro es que Puigdemont, Junqueras y muchos otros, han conseguido su objetivo.
Rajoy se ha
pronunciado en el senado con un discurso previsible y provocó el aplauso de los suyos. Desde
Europa, Tusk, insta al diálogo, a que el estado español no haga frente con el
argumento de la fuerza, sino con la fuerza de los argumentos. En Europa esperan
a que ambas partes se pongan a dialogar, aunque lleven años sin hablarse. Lo
único claro es que estamos en un punto de no retorno. Lo que venga a patir de ahora
tendrá que hacerse con nuevos mimbres, con nuevas palabras, con nueva política. El 155 solo evidencia el fracaso de la
democracia. El 155 destapa que, tanto Rajoy, como Puigdemont, no están capacitados para hacer política porque no están capacitados para solucionar los problemas que le afectan a los ciudadanos. Solo han sabido poner requisitos, sin ceder un ápice, algo más propio de los autoritarismos que de la democracia. Puigdemont ha jugado sucio, ha llegado hasta el límite, y Rajoy no ha sabido, ni ha querido, jugar.
El
relato independentista llevaba días a la deriva; los medios informaban de que
Puigdemont iba a adelantar las elecciones. E incluso, algunos medios ponían en
la mesa la posibilidad de que el president dimitiera, que Junqueras siguiera
adelante con los avatares estipulados por la ruta secesionista pactada entre JPD y la CUP. El
Govern esperaba un gesto de Rajoy, que destensase la situación, pero fue en
vano. Rajoy, no estaba por la labor, aunque desde el PSOE, con Iceta y el PSC a la cabeza, se le tendió la mano a
Puigdemont para llegar a algún tipo de resquicio, de grieta, que diera luz para empezar a construir acuerdos, alguna alternativa a este choque de
trenes conducidos por kamikazes que se estrella sin remedio.
Necesitábamos a políticos que supieran
frenar, que dejaran a un lado las bravuconadas, y sin embargo, el guion ha
seguido su curso más crudo y visceral, con unos personajes que nos conducen a su antojo, que solo han querido mirarse el ombligo y
acelerar la maquinaria, sin que se tuviera en cuenta las consecuencias, sin
tener en cuenta al pueblo. Todo por el pueblo, pero sin el pueblo, por mis
cojones. Todo por el pueblo, pero solo por los que portan mi bandera.
Este
espectáculo grotesco demuestra que estamos gobernados por personas que tienen un ego que les rebasa, que se les escapa. Un ego y una prepotencia que les impide ver el todo, y que hacen política partiendo de la parte. Nuestros gobernantes son unos incompententes porque son incapaces de hablar, de dialogar y
de llegar a acuerdos. Quizás es un reflejo de nuestra sociedad... Me gustaría pensar que no. Lo que es seguro es que tenemos a políticos que, únicamente, embisten. El escenario es reconocible y dudo mucho de que los mismos tipos que han llegado a este lugar de extrema tensión, de trinchera absoluta, del camuflaje bajo las banderas... los que gobiernan actualmente, en uno y otro bando, sean capaces en el futuro, de darse la mano.
B S
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